Sus mejores amigos
Son sus compañeros en local que ofrece vestimenta y artículos de moda.
Creció en una familia en la que el comercio era su fuente de ingresos y en la que las ventas eran su día a día. Su emprendimiento fue una idea que tuvo en mente desde su etapa colegial, cuando decidió –luego de graduarse– que si quería vivir con ciertas comodidades debía buscar los medios para pagar y solventar sus gastos. Daviana Ayala Hurtado es la mente emprendedora detrás de El Clóset de Dav (abreviación de su nombre), establecimiento que ofrece a jóvenes desde los 15 años, vestimenta, accesorios, lentes, entre otros artículos de moda a costos asequibles. Sus inicios, cuenta, fueron con sus compañeras de clases en la universidad. “En mis cumpleaños, mis abuelitos me regalaban mucha ropa, y yo tenía mucha y comencé a venderle mi ropa a mis amigas, de ahí el clóset de Dav, porque sacaba mi ropa. De ahí sacaba el capital para luego traer cosas del extranjero”, relata. Dav, de 20 años, pasó de vender su propia ropa a ofrecer prendas diversas a conocidas por redes sociales, artículos que entregaba en una cafetería de la ciudad y luego en un restaurante, en su primera etapa como joven emprendedora.
“Mi mamá siempre me enseñó: problema/solución, si no tenía para un local debía buscar la forma de vender. Hacía entregas personales durante dos meses, luego pasé a un espacio de coworking en el que tenía una vitrina”, explica. Su negocio comenzó a captar a más clientas, la mayoría son mujeres, y decidió alquilar un departamento, propiedad de su abuela, en La Atarazana. “Siempre tuve claro que tenía que ahorrar, eso es necesario cuando vas a empezar tu negocio”, dice.
Así tuvo su primer local, espacio que desde su fachada (pintada por completo de rosado) transmitía la vibra de Dav, un establecimiento en el que puedes ir por una prenda y salir con un outfit completo.
Dav, estudiante de quinto semestre de Negocios Internacionales, trabaja con sus mejores amigos en su negocio, que está dividido por colecciones (cuatro en total) distribuidas en dos pisos en su actual local, una mansión rosada –a la que llama castillo– ubicada en Kennedy Norte (mz. 805 solar 10), su plataforma antes de conseguir su próxima meta: un centro comercial de color rosa. “Yo pienso que no hay nada imposible, a mí nada me da miedo solo la muerte, no hay nada que no puedas alcanzar, el comercio es novelería, enganche y marketing. Tienes que ser persistente”, señala.