Un país inclusivo es un buen antídoto contra la violencia
Ecuador necesita ofrecer oportunidades socioeconómicas reales a todos sus habitantes, como alternativa al atractivo del ‘dinero fácil’ de la delincuencia.
Un reportaje publicado ayer, en la página 2 de este Diario, da cuenta del poder económico que están acumulando los narcotraficantes en el país. Durante un recorrido por el barrio La Guacharaca, identificado tradicionalmente como una zona deprimida de Esmeraldas, un equipo periodístico vio muchos vehículos de alta gama, casas con acabados de lujo y personas con ropa de marca y detalles que rayan incluso en la excentricidad.
La zona es actualmente dominio de bandas criminales dedicadas, además del tráfico de drogas, a delitos como el robo, la extorsión y el sicariato. Buena parte de sus habitantes no solo que conviven con los malhechores, sino que por miedo o por necesidad se han integrado de una u otra manera a las redes con que operan las mafias en el sector, cuya seguridad prácticamente ya no está a cargo de la Policía sino de las Fuerzas Armadas.
La necesidad, nacida de la pobreza y de la marginación acumuladas por décadas, es justamente la tierra de cultivo donde los carteles y otros grupos criminales encuentran gente dispuesta a arriesgarlo todo por conseguir sustento, primero, y luego un nivel de vida y acceso a cosas que una sociedad injusta les permitiría muy pocas veces a través de la legalidad.
Y es justamente en el cambio de esa situación en lo que deben trabajar el Estado y la sociedad en conjunto, como forma de acabar de raíz con la tentación que significa el ‘dinero fácil’. Pero no mediante dádivas ni paternalismo, cuyos efectos duran días o meses, máximo, sino mediante políticas de largo aliento que generen verdaderas opciones de vida.
La falta de escuelas equipadas con lo básico y un número suficiente de maestros; la falta de centros de salud y hospitales con al menos, sueros, jeringuillas, algodón, alcohol y analgésicos; la dificultad para encontrar trabajo y los salarios injustos; la carencia de electricidad, agua potable, alcantarillado y vías mínimamente transitables son cosas que alientan a la delincuencia.
La situación de violencia e inseguridad del país deja ver que los cambios urgen y que es necesario un Ecuador más inclusivo.
“En este país las tasas están fijadas por el gobierno y, si somos realistas, es imposible que suban, sobre todo por temas políticos”.