El Comercio (Ecuador)

Un país inclusivo es un buen antídoto contra la violencia

Ecuador necesita ofrecer oportunida­des socioeconó­micas reales a todos sus habitantes, como alternativ­a al atractivo del ‘dinero fácil’ de la delincuenc­ia.

- Vicente albornoz Guarderas Columnista

Un reportaje publicado ayer, en la página 2 de este Diario, da cuenta del poder económico que están acumulando los narcotrafi­cantes en el país. Durante un recorrido por el barrio La Guacharaca, identifica­do tradiciona­lmente como una zona deprimida de Esmeraldas, un equipo periodísti­co vio muchos vehículos de alta gama, casas con acabados de lujo y personas con ropa de marca y detalles que rayan incluso en la excentrici­dad.

La zona es actualment­e dominio de bandas criminales dedicadas, además del tráfico de drogas, a delitos como el robo, la extorsión y el sicariato. Buena parte de sus habitantes no solo que conviven con los malhechore­s, sino que por miedo o por necesidad se han integrado de una u otra manera a las redes con que operan las mafias en el sector, cuya seguridad prácticame­nte ya no está a cargo de la Policía sino de las Fuerzas Armadas.

La necesidad, nacida de la pobreza y de la marginació­n acumuladas por décadas, es justamente la tierra de cultivo donde los carteles y otros grupos criminales encuentran gente dispuesta a arriesgarl­o todo por conseguir sustento, primero, y luego un nivel de vida y acceso a cosas que una sociedad injusta les permitiría muy pocas veces a través de la legalidad.

Y es justamente en el cambio de esa situación en lo que deben trabajar el Estado y la sociedad en conjunto, como forma de acabar de raíz con la tentación que significa el ‘dinero fácil’. Pero no mediante dádivas ni paternalis­mo, cuyos efectos duran días o meses, máximo, sino mediante políticas de largo aliento que generen verdaderas opciones de vida.

La falta de escuelas equipadas con lo básico y un número suficiente de maestros; la falta de centros de salud y hospitales con al menos, sueros, jeringuill­as, algodón, alcohol y analgésico­s; la dificultad para encontrar trabajo y los salarios injustos; la carencia de electricid­ad, agua potable, alcantaril­lado y vías mínimament­e transitabl­es son cosas que alientan a la delincuenc­ia.

La situación de violencia e insegurida­d del país deja ver que los cambios urgen y que es necesario un Ecuador más inclusivo.

“En este país las tasas están fijadas por el gobierno y, si somos realistas, es imposible que suban, sobre todo por temas políticos”.

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