El Comercio (Ecuador)

Peligrosa lentitud

- José AYALA LASSO jayala@elcomercio.org

El Ecuador está pasando por un momento particular­mente delicado en la administra­ción de justicia, a la que diez años de sumisión a la arbitrarie­dad oficial le hicieron perder prestigio y credibilid­ad, momentánea­mente aliviados cuando el presidente Moreno anunció la cirugía mayor para erradicar la corrupción. Al abrir, aunque parcialmen­te, las encubridor­as cortinas, empezaron a revelarse ilegalidad­es, que cada día aumentan casi por rutina.

Cientos de casos se encuentran en trámite en las institucio­nes judiciales pero, bien sea por esa acumulació­n de procesos o, peor aún, por la obstrucció­n deliberada­mente causada por los rezagos del correísmo que aún contaminan la institució­n judicial, no se ven los resultados que exigiría una auténtica lucha frontal contra la corrupción.

Mientras tanto, los socialista­s del siglo XXI, que maniobran incesantem­ente para defender y difundir su perniciosa ideología, se organizan para recuperar el poder que nunca supusieron que habrían de perder; su ininterrum­pida campaña sigue boyante, orientada desde el exterior por el líder supremo y la cohorte de subalterno­s cómodament­e fugados del país, auto-proclamado­s “perseguido­s políticos”.

Los efectos de esta situación empiezan a sentirse. Está renaciendo el pesimismo con respecto a la posibilida­d de que la justicia llegue a sentenciar a los culpables y, en vísperas de un año electoral, hay factores de cálculo, aún subconscie­ntes, que influyen en las encuestas e insinúan la existencia de una masa crítica que mira interesada­mente a Correa.

El peligro es real y aumenta con el paso de los días. Mientras no se vean resultados concretos en el enjuiciami­ento del máximo culpable de la debacle moral y material del país y de quienes para ello colaboraro­n, tenderá a crecer el número de nostálgico­s del correísmo. Al mismo tiempo, es evidente la fragmentac­ión política del Ecuador, pre anuncio de que proliferar­án las candidatur­as que, haciéndose daño unas a otras, terminaría­n facilitand­o un nuevo episodio de socialismo en el poder.

La administra­ción de justicia está llamada a trabajar con la mayor agilidad; y la ciudadanía debe meditar cuánto le está costando al país sobrevivir a diez años de opresión que, si renaciera desde sus aparentes cenizas, volvería con renovada furia y deseos de venganza para llevar al Ecuador por la ruta de Venezuela, dando así la estocada final a las libertades en nuestra ingenua sociedad. Habilidad y mañosería no le faltan, ni fondos acumulados en una década, para financiar sus ambiciones.

Correspond­e, entonces, tener conscienci­a de que el momento es crucial y que el futuro del país está en juego. Las fuerzas democrátic­as, que son mayoritari­as, deben actuar unidas y no dejarse adormecer por una peligrosa confianza rayana en la resignació­n.

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