485 años aunados en tres rincones
La casa de Sebastián de Benalcázar, las plazas de la Independencia y de San Francisco serían, prácticamente, la llave para el comienzo de la capital ecuatoriana.
El negocio que regenta Andrea López está asentado junto a un ‘pedazo de historia’: la casa de Sebastián de Benalcázar. Ella forma parte de una cuarta generación de confeccionadores de sombreros artesanales. Se basan en la moda de los años 30, donde estos adornos se usaban con frecuencia en hombres como en mujeres.
López lleva tres años en aquel punto, ubicado en la calle Olmedo y Benalcázar, en pleno Centro Histórico de Quito. Sus bisabuelos comenzaron con esta tradición. La hormas que son de madera y sirven para dar forma al sombrero tienen, al menos, 100 años.
Pero no solo su negocio tiene un pasado formidable, sino el inmueble en el cual se encuentra su local. Ella precisa que esa edificación posiblemente se construyó a la par de la llegada de los españoles a la capital ecuatoriana, en 1534.
“Esta casa también es patrimonial y fue de las primeras que se construyeron en Quito. Tiene unos frescos originales en las paredes de adentro, en donde ahora hay suites. Aunque todo es de propiedad privada”, afirma.
En la parte delantera del domicilio colonial hay locales y se restauraron completamente. Los muros son blancos y cuyas vigas de madera saltan a la vista, las que habrían sido traídas desde Esmeraldas.
¿Esta también fue la casa del conquistador Sebastián de Benalcázar? “No”, responde rotundamente López. “Tengo entendido que le adjudicaron dos moradas: una donde vivió y es la conocida casa del Toro. La otra es donde ahora hay un museo”, contesta.
La primera vivienda donde supuestamente residió Sebastián Moyano y Cabrera (nombre original del español) dio cabida, actualmente, al Instituto Metropolitano de Capacitación (ICAM). Allí, el acceso es restringido como para conversar sobre la historia del inmueble, pero se puede ver un cambio cuando alguien se posa en la entrada.
Aunque en la segunda, que se ubica en la calle Olmedo, el pasado sigue latente. Un ejemplo visible es una placa metálica en una de sus paredes externas.
“Con certeza se levanta sobre un solar señalado a uno de los primeros vecinos españoles de la ciudad, y que, en conjunto