Leyendas y milagros de La Borradora
El mural donde está la pintura en un principio se ubicaba en la calle Angosta, en donde está localizada la cárcel de la Real Audiencia de Quito. La técnica que utilizaron para pintarlo fue agregar cal a la pared y antes de que esta secara se aplicaba el óleo, agregó Artieda.
Unas cuantas cuadras más abajo de aquel populoso sector del Centro Histórico está la calle Imbabura. Esta vía que ahora luce llena de locales comerciales y vendedores
ambulantes tiempo atrás fue un pasadizo tranquilo.
Se ubica detrás del convento de San Francisco, en donde actualmente funciona una escuela. Por allí solía caminar un sacerdote llamado Carlos, quien tenía la costumbre de salir por las noches de fiesta, al igual que el padre Almeida de la leyenda del mismo nombre.
Según la historia, el superior de Carlos estaba cansado de sus escapadas, por lo que decidió jugarle una broma. Durante una noche se vistió como el demo- nio, lo esperó en la puerta y le dio un susto del que Carlos casi no se repone, contó Artieda.
Le dijo con voz fuerte que se había portado mal y que estaba condenado a irse al infierno por no haber acatado las órdenes, el miedo lo invadió hasta que topó a quien le hablaba y se dio cuenta que era alguien de carne y hueso. Empezó a golpear a quien estaba disfrazado y al darse cuenta que era su director