Tras el tiroteo en Covenant, las familias recurren a las mascotas
La pequeña escuela cristiana han adoptado a más de 40 perros
Dos de los hijos de April Manning, Mac y Lilah, acababan de sobrevivir al tiroteo masivo en la escuela Covenant de Nashville. Necesitaban estabilidad y tiempo para sobrellevar el duelo. Así que Manning hizo todo lo que pudo para que el perro de la familia, Owen, su dulce pero enfermo golden retriever de 15 años, estuviera con ellos el mayor tiempo posible. Pospuso su última visita al veterinario y lo mantuvo cómodo mientras se movía lentamente por la casa.
Lo que menos le pasaba por la cabeza era tener otro perro. Pero, unas semanas después del tiroteo, sus hijos le pidieron que se sentara para ver una presentación importante. Preparados con un guion y una presentación de Powerpoint —“Por qué deberíamos tener (otro) perro”—, repasaron rápidamente los estudios que demostraban los beneficios para la salud mental de tener uno. Podría limitar sus probabilidades de sufrir trastorno de estrés postraumático y ayudarlos a sentirse seguros. Jugar juntos haría que salieran al aire libre e incrementaría su felicidad. Manning y su marido lo pensaron. Quizá era posible tener un segundo perro.
Primero llegó Chip, un Cavalier King Charles Spaniel. Después, cuando Owen sucumbió a la vejez, llegó Birdie, una mezcla de caniche miniatura y boyero de
Berna. Al recibirlos en casa, los Manning se unieron a muchas otras familias que hicieron lo mismo. En el año transcurrido desde el peor tiroteo en una escuela de Tennessee, en el que un exalumno mató a tres estudiantes de tercer grado y a tres miembros del personal, las familias de Covenant, una pequeña escuela cristiana de casi 120 familias, han adoptado a más de 40 perros.
“En realidad, solo esperaba que me ayudaran de una manera cariñosa, como acurrucándose a los niños cuando estuvieran alterados”, comentó Manning. “Pero no esperaba que me aportaran todos los demás beneficios”.
Pasar tiempo con las familias de Covenant es comprender cómo se han apoyado entre ellos, en los tratamientos psicológicos tradicionales y el asesoramiento en salud mental, así como en su fe cristiana, para seguir adelante. Pero también es ver con qué frecuencia lo que necesitaban — una distracción, un protector, un amigo que pudiera escuchar, algo que no hubiera estado en contacto con aquella oscuridad— venía de un perro. En 2013, unos perros recibieron a los niños sobrevivientes de la escuela primaria Sandy Hook cuando regresaron a un centro de enseñanza media remodelado. Una decena de golden retrievers estuvieron presentes en Orlando, Florida, para ofrecer consuelo tras el atentado mortal en una discoteca LGBTQ+ en 2016. Los perros de terapia que atendieron a los alumnos sobrevivientes en Parkland, Florida, terminaron incluidos en el anuario escolar.
“A lo largo de un periodo de casi 35.000 años, los perros se han vuelto increíblemente adeptos a socializar con los humanos, por lo que son sensibles a nuestro estado emocional”, explicó Nancy Gee, que dirige el Centro de Interacción Humano-animal de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia. Incluso las interacciones breves, de un minuto de duración, con perros y otros animales pueden reducir el cortisol, la hormona del estrés, según han revelado las investigaciones de Gee y otros expertos, lo que puede ser un salvavidas para los veteranos que sufren trastorno de estrés postraumático y otros traumas.
EL DETALLE
Decisión. Después de que las familias se reunieron, los orientadores ofrecieron un consejo: para ayudar a sus hijos, adopten un perro. O pidan prestado al vecino.