UN MÉTODO DE SEGUIMIENTO
Desde 2016, el investigador de océanos de la Universidad de Oldenburgo utilizó, junto con un equipo interdisciplinario, `flotadores' para investigar cómo se distribuye la basura en el Mar del Norte.
Para ello, se lanzaron a la deriva 65.000 boyas pequeñas de madera en el mar del Norte. Se marcaron con un número y se adjuntó el pedido de que se informara de cualquier hallazgo con detalles del lugar, la fecha y la hora.
Uno de los resultados más sorprendentes del proyecto fue constatar que las condiciones de flujo en el mar del Norte pueden invertirse en determinadas condiciones.
“De repente recibimos informes de Inglaterra. Esto puso de manifiesto que los flotadores de madera ya no se desplazaban en sentido contrario a las agujas del reloj, como era habitual, sino en el sentido de las agujas del reloj. Esto no se sabía antes”, destaca Wolff.
Este tipo de estudios podrían ayudar a comprender mejor la distribución de los residuos plásticos y a desarrollar conceptos de prevención. Los estudios con instrumentos flotando a la deriva también pueden proporcionar importantes datos in situ para el desarrollo de modelos meteorológicos.
“En última instancia, esto puede mejorar las previsiones meteorológicas o, con el telón de fondo del cambio climático, las predicciones para las próximas décadas”, afirma Baehr.
El destino actual de los animalitos de goma no está claro. “No creo que aún haya alguno circulando. Treinta años de viento, olas y radiación solar convierten el plástico en un material frágil, por lo que presumiblemente se hayan desmenuzado en microplásticos”, detalla el oceanógrafo Wolff.
Johanna Baehr, por su parte, no descarta la posibilidad de que uno u otro pato aparezca en algún lugar, por ejemplo alguno que haya quedado atascado en el hielo. “Los patos de goma tienen una vida útil espantosamente larga, como todo el plástico que acaba en el mar”, comenta.