Misuri y su última clínica para abortar
Los conservadores y los demócratas discuten sobre si cerrarla o dejarla
Las mujeres que abortan en la última clínica que queda abierta en Misuri, en la ciudad de San Luis (Estados Unidos) dejan cartas para Dios y también para la siguiente paciente en un libro de visitas que se encuentra en la sala de espera. Para llegar hasta allí han tenido que sortear una fila de beatas que rezan y se han encontrado con una chica de chaleco multicolor que hace de acompañante por si las acosan. Suele haber pocas beatas; también pocas pacientes. Un miércoles de octubre, único día de esa semana que practicarán abortos, solo ha habido dos intervenciones. Dos, en un Estado de 6,2 millones de habitantes.
La doctora Colleen Mcnicholas, de 39 años, termina la jornada pronto, sin demasiado cansancio, y explica: “El aborto ha existido desde que ha existido el embarazo. Cuando se ponen dificultades, las mujeres buscan una salida, y normalmente se van fuera de aquí. Cuando yo nací, había 30 clínicas, cuando entré en la universidad había 10 y ahora que ya ejerzo solo queda una”.
En paralelo, territorios demócratas como Illinois, Nueva York, Vermont y Rhode Island reaccionaron en dirección contraria y han aprobado nuevas leyes y regulaciones que facilitan la interrupción del embarazo y tratan de blindar el derecho al aborto de cara al futuro. En San Luis, antes de abortar, las mujeres deben escuchar al mismo facultativo que se lo va a practicar.
Al otro lado del río, en Fairview Heights, Illinois, una nueva y flamante clínica de Planned Parenthood abrió sus puertas hace justo un año. Tiene capacidad para atender a unas 11.000 pacientes y la inmensa mayoría son mujeres de Misuri.
EL DETALLE
Balance. Si Misuri cerrase la única clínica que queda abierta, ya tendría prohibido el aborto. Hay cinco estados con una todavía.