Los perdedores patalean a gusto
■ La alianza de gobernabilidad entre el oficialismo, CREO y los bloques independientes, que colocó a César Litardo en la Presidencia de la Asamblea y luego fue disuelta por diferencias en temas de fiscalización, volvió a funcionar como un reloj: las leyes de Ordenamiento de las Finanzas Públicas y de Apoyo Humanitario fueron finalmente aprobadas y el Gobierno de Lenín Moreno recibió lo que correístas y socialcristianos querían negarle (a él y al país) a toda costa: un poco de aire para afrontar la crisis, una herramienta, una luz, algo.
Unidos por un compadrazgo que negarán hasta las últimas consecuencias, Jaime Nebot y Rafael Correa no tardaron en reaccionar. El primero, subió un manifiesto a sus redes sociales; el segundo, fiel a su estilo, puso un video desde el ático donde las aparentes carpetas de los procesos penales empiezan a ocupar más espacio que los ya de por sí escasos libros. Quizás acostumbrados a pensar que los pactos políticos son, como el suyo, tratos oscuras e inconfesables que se hacen bajo la mesa, ambos denuncian el acuerdo entre CREO y el Gobierno, que es público y abierto, como si fuera un pecado.
Que hubo “violaciones vergonzosas” del procedimiento legislativo, dice Nebot sin especificar cuáles, y lanza una apuesta al futuro como quien pone el país a jugarse en la ruleta: “Esperemos y veamos”, dice, si estas leyes son “la salvación del Ecuador”. “Esperemos y veamos”: exactamente lo que el país necesita en esta crisis. Como si las leyes pudieran salvarnos ellas solas.
Correa, en cambio, insiste en que la solución para salir de la crisis pasa por hacer sobregiros del Banco Central y no pagar la deuda externa. Y acusa a Lenín Moreno de corromper a quienes ya eran corruptos desde el gobierno pasado. “Sacaron el escándalo de corrupción de un asambleísta -dice- con la amenaza de apoyas-o-te-pasará-lo-que-amendoza”. “Siempre hemos estado solos enfrentando este gobierno”, concluye. Vaya ingratitud. Qué dirá su amigüi.