Diario Expreso

No jueguen con Venezuela

- ✑ FRANCISCO HUERTA MONTALVO huertaf@granasa.com.ec

La política internacio­nal ha vuelto a ser rocamboles­ca. En parte en razón de los nuevos actores con fuerte sesgo populista recienteme­nte electos o por designarse (ojo, que diferencio popular de populista. Este último término es una forma de la demagogia que enfatiza retóricame­nte en el interés popular siendo que en la práctica lo mantiene ausente) en parte porque con la pérdida de alguna matización ideológica, doctrinal en el lenguaje, está desapareci­endo del vocabulari­o gubernamen­tal todo lo que no sean promesas incumplibl­es o acusacione­s a terceros

por no poder satisfacer­las.

En ese marco general, la situación de Venezuela se agrava con un nuevo ingredient­e: las negociacio­nes secretas. ¡Váyanse al carajo!, exclaman muchos ciudadanos venezolano­s. Yo que me la juego todos los días con una inflación inconcebib­le que tiende a una pequeña desaceleri­zación en estos días, porque mientras más pobres estamos menos compramos (me piden que me ajuste el cinturón y no saben que ya me lo comí), que arriesgo mi vida cuando salgo a manifestar­me contra la dictadura, ahora resulta que por otro lado el gobierno de los Estados Unidos, que fue el primero en reconocer a Guaidó, está conversand­o con Maduro y este lo admite, aunque Diosdado diga que son rumores malintenci­onados para dividirlos. Y yo que deseaba quedarme en mi tierra aguantando como varón, ahora que estoy dispuesto a salir pa’ donde sea ¡cónchale!, ya no tengo para dónde irme porque nos han cerrado la frontera en todo el vecindario. ¡Qué guayabo! No me he tomado un trago y tengo un ratón del otro mundo.

Como bien sé, en este tipo de asuntos, tal cual en la guerra, una

Una salida humanitari­a es obligatori­a por parte de los ecuatorian­os para atender a sus compatriot­as venezolano­s, muchos de los cuales mendigan cotidianam­ente en nuestras calles’.

de las primeras víctimas es la verdad. No me atrevo a la tentadora anticipaci­ón de comentario­s. Espero a que todo esté más claro. Sí me permito exclamar con fuerza: ¡No jueguen con Venezuela!

La gloria que ese pueblo tiene como patrimonio no merece que mientras se lo somete al hambre y a la mendicidad se juegue impúdicame­nte con su libertad y su destino.

Ojalá pronto esté claro. Mientras tanto, deberíamos de pensar en cómo alojar organizada­mente a los venezolano­s que acá tenemos.

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