Con maracas, sonajeros y guasás, dice curar males emocionales y congénitos
En Cuenca un hombre se dedica a sanar a la gente con musicoterapia
“Es una terapia con base en la sensibilidad del cuerpo hacia los sonidos” explica Adolfo Idrovo al referirse a la musicoterapia. “Con este tratamiento se logra paliar ciertos problemas emocionales y mentales congénitos”, añade Idrovo, de 66 años de edad y musicólogo de profesión.
Con los sonidos musicales de cada instrumento, particularmente de viento y percusión, como el guasá, sonajero, esferas chinas, maracas, se afinan los centros de energía inmensurable del cuerpo humano. Estos centros son los conocidos como las siete chakras, anota Idrovo.
Para el proceso, que no es más que una disciplina de salud que en Cuenca se aplica desde hace unos 20 años, el paciente se recuesta boca abajo sobre una camilla. Luego, sobre su cuerpo se van tocando los instrumentos, de tal suerte que con los sonidos, ritmos y armonías “se afinan las chakras que por acciones ajenas se han desafinado y provocan estrés y ansiedad en el ser humano”, cuenta el experto.
La musicoterapia ya la utilizaban los antiguos egipcios. Para ellos el dios Thot creó el mundo con su voz.
El psicólogo Daniel Pozo considera que la terapia de la música se aplica también en la psicología humana. El estrés y la ansiedad son la desafinación del cuerpo. Cuando volvemos a oír las tonalidades originales, el cuerpo se afina y la paz retorna, asegura Daniel Pozo tras precisar que la curación depende de los sonidos con los que reacciona el cuerpo.