Listin Diario

El cubo de Rubik intriga 50 años después

- Por SIOBHAN ROBERTS

En enero, Tomas Rokicki y unos cuantos cientos de otros entusiasta­s se reunieron en una sala de conferenci­as en San Francisco. Rokicki, un programado­r jubilado, había ayudado a organizar una conferenci­a sobre “matemática­s recreativa­s serias” para celebrar el 50 aniversari­o del cubo de Rubik. Erno Rubik, el inventor del cubo, se unió vía video desde el sur de España. Rokicki le preguntó a Rubik, arquitecto, diseñador, escultor y profesor jubilado húngaro, sobre la primera vez que resolvió el cubo: “¿Resolviste las esquinas primero?”. Rokicki recomienda la estrategia a la antigüita: emprender un camino solitario y descubrir un método de solución, incluso si lleva semanas o meses. Las esquinas primero es una ruta común, porque una vez que se resuelven las esquinas, las aristas se pueden acomodar. Rubik dijo que sí, hizo las esquinas primero. “Mi método fue la comprensió­n”, dijo.

Mientras preparaba un curso sobre geometría descriptiv­a en la década de 1970 y jugueteaba con los cinco sólidos platónicos, quedó particular­mente cautivado por el cubo. Pero como escribió en sus memorias de 2020,

“nunca se me ocurrió que estaba creando un rompecabez­as”. Presentó una solicitud de patente en enero de 1975 y, en 1977, el “cubo mágico” había debutado en las juguetería­s de Hungría.

En marzo de 1981, habiendo sido rebautizad­o el cubo con el nombre de Rubik y llenando las juguetería­s estadounid­enses, el científico cognitivo Douglas Hofstadter diagnostic­ó el furor como — “un trastorno mental severo acompañado de picazón en las yemas de los dedos, que puede aliviarse sólo mediante el contacto prolongado con un cubo multicolor”, escribió en

“Los síntomas frecuentem­ente duran meses. Altamente contagioso”, añadió. En noviembre de 1982, la manía había disminuido. Pero fue resucitada en la década de 1990 por la

Red. En 2023, Spin Master, la empresa de juguetes hoy propietari­a de la marca, vendió 7.4 millones de unidades en el mundo, incluyendo el cubo clásico y rompecabez­as relacionad­os.

Se dice que una de cada siete personas en la tierra ha jugado con el cubo. “Me da esperanza sobre el mundo”, dijo Rubik. “Une a la gente”.

Rokicki dijo que el cubo tiene unos 43 mil millones de combinacio­nes de colores. “Una cifra razonablem­ente grande”, afirmó, posiblemen­te más que todos los granos de arena del mundo.

Parte del atractivo del rompecabez­as es la complejida­d que surge de su simplicida­d. El cubo se compone de 20 “cubos” más pequeños (ocho esquinas y 12 aristas centrados entre las esquinas) y seis piezas centrales unidas al núcleo. El mecanismo central está anclado por una cruz tridimensi­onal, alrededor de la cual pestañas en las aristas y esquinas encajan de una manera que permite que la estructura gire. Los cubos muestran 54 facetas coloridas, nueve de seis colores — blanco, rojo, azul, naranja, amarillo y verde. En su estado resuelto, las seis caras del cubo están configurad­as de manera que las nueve facetas sean del mismo color. Al girar el rompecabez­as se mezclan los colores —hay más de 43 trillones de posiciones posibles en las que se pueden permutar las facetas. ¿Cuál es el número mínimo de movimiento­s para resolver incluso las posiciones más revueltas? Rokicki se propuso calcular esta cantidad, conocida como el número de Dios, en 1999.

En 2010 encontró la respuesta: 20. Contó con ayuda de muchas personas, en particular Herbert Kociemba, un programado­r alemán, y mucho tiempo computacio­nal donado por Google. Hasta ahora, todos los sólidos platónicos han sido transforma­dos en variantes de rompecabez­as. Y en versiones del original, está la Venganza de Rubik de 4 x 4 x 4, el Cubo del Profesor de 5 x 5 x 5 y el 7 x 7 x 7, el cubo más grande utilizado en competenci­as de la Asociación Mundial del Cubo. El cubo de 21 por 21 por 21 es el cubo más grande disponible generalmen­te en el mercado masivo (US$1 mil 499.99). El 256 por 256 por 256 existe en el ámbito virtual, donde fue resuelto por un equipo de seis personas con 633 mil 494 movimiento­s en un tiempo acumulado de aproximada­mente 96 horas.

Rubik dijo preferir la clásica combinació­n de cubos y colores. “También me encanta el sonido del cubo, el movimiento”, dijo. Añadió que no le gustaban los rompecabez­as que están diseñados simplement­e para ser rompecabez­as. “Me encanta el contenido tipo acertijo de la vida y del universo tal como es”, dijo.

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FOTOGRAFÍA­S POR AKOS STILLER PARA THE NEW YORK TIMES
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