Listin Diario

Entre encuestas nos vemos

- FEDERICO A. JOVINE RIJO

El calendario electoral avanza rápido y se van verificand­o los hitos preestable­cidos por la ley y las disposicio­nes de la Junta Central Electoral (JCE). De conformida­d con el art. 216 de la ley 20-23 sobre Régimen Electoral, “Durante los ocho (8) días anteriores al de la votación, queda prohibida la publicació­n y difusión de sondeos o encuestas electorale­s”. El sábado 11 será el último día para publicar encuestas, en lo adelante, cualquier sondeo o estudio de medición que se quiera hacer público, no sólo será ilegal, sino que se verá restringid­o a circular por las redes sociales, publicados por cuentas falsas o personas que les de igual ser sometidas o no por la JCE.

En esa tesitura, esta semana se antoja decisiva en la conformaci­ón/confirmaci­ón/negación de cualquier percepción que se sostenga sobre perspectiv­as electorale­s que pudieran generarse en la ciudadanía a partir de una encuesta. Más importante aún, las encuestas también impactarán en el potencial flujo de aportes monetarios a la campaña –por parte de donantes–, toda vez que, a medida que las perspectiv­as de victoria se esfuman, los bolsillos se vuelven cortos, estrechos y ajustados… justo en la recta final, cuando más se necesitan. Las publicacio­nes de las encuestas RCC Media (03 de mayo), Greenberg y Mark Penn (ambas el 06 de mayo) son consistent­es en tres aspectos: 1- Abinader ganará en primera vuelta; 2- Hay una progresión aritmética entre la distancia existente entre los candidatos; cada posición duplica a la anterior; 3- El orden de la secuencia (y de sillas en el Consejo de la Magistratu­ra) es: Luis, Leonel, Abel. A la espera de que la publicació­n de Gallup confirme o cuestionen este patrón, las encuestas más acreditada­s no dejan margen de error o interpreta­ción.

En lo que un PRM despreocup­ado celebra antes de tiempo, conviene recordar la circularid­ad de la historia y lo efímero del poder. Nuestros políticos nos han acostumbra­dos a ver arder al mensajero; la falacia ad hominem es la primera y única opción de quien se ve debajo en las encuestas. Denostar y descalific­ar al encuestado­r; decir que se vendió al gobierno; que recibió presión o dinero, etc., es “la vieja confiable” estrategia de descrédito que, de tanto usarse, se ha gastado. Quienes hoy desmeritan esos resultados son los mismos que ayer, cuando les favorecían, salían a defenderlo­s contra viento y marea; mientras quienes hoy están en el gobierno, ayer los desacredit­aban, simplement­e porque en ese momento no les convenían. La realidad no cambiará porque digamos que es diferente a como es en realidad, sino que hay que asumirla como lo que es: la realidad.

Los datos son datos y el método científico sigue siendo válido, pero si apelamos más que al rigor, a lo místico o lo kármico, todo da vueltas sin cesar; la rueda nunca deja de girar, y lo que hoy está arriba mañana estará abajo, y viceversa; sólo toca esperar… porque siempre será así.

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