“No alcanza con dejar de estar tristes para ser felices”
Plenitud. La consultora y conferencista argentina Laura Isanta dice que no basta eliminar lo negativo para sentir bienestar; “necesitas desarrollar la alegría, el optimismo, la esperanza”.
La consultora y conferencista Laura Isanta recuerda que se encontraba en medio de la cuarentena en su natal Argentina cuando recibió desde México el alentador mensaje de una conocida. “La pandemia nos ha puesto más apreciativos, como tú nos vienes enseñando desde hace años”, decía.
Para Isanta, en efecto, la emergencia sanitaria mundial ha evidenciado la necesidad y la importancia de practicar la apreciatividad, un concepto que ella desarrolló (la palabra no aparece en el diccionario) y que define como la capacidad deliberada de percibir lo valioso en personas, acontecimientos y cosas, y de construir una nueva realidad a partir de ello.
“Es un muy buen momento para la apreciatividad porque este contexto nos ha hecho darnos cuenta de lo que es esencial y en muchos casos también nos ha hecho descubrir mucho potencial que antes estaba en el espacio de comodidad”, dice la consultora especializada en felicidad organizacional y autora del libro “Apreciatividad, el arte de percibir lo valioso” (Ediciones Granica, 2018).
No obstante, de acuerdo con Isanta, la cultura y la educación le roban al ser humano la capacidad de ser apreciativo al inducirlo a poner el enfoque en lo negativo o en aquello que debe corregir.
El enfoque basado en la resolución de problemas no basta para alcanzar el estado de plenitud o bienestar interior que muchas personas anhelan experimentar.
“No alcanza con dejar de estar tristes para ser felices -asevera Isanta-; necesitas desarrollar la alegría, el optimismo, la esperanza”.
La buena noticia, dice, es que todas las personas tienen la habilidad de la apreciatividad. “La mala es que es muy probable que no la estés usando en su totalidad”.
La apreciatividad es un camino directo al bienestar, asegura la creadora de este concepto, Laura Isanta, quien trabaja entrenando a las personas para que apliquen esta habilidad consigo mismas, con otros y con el mundo a su alrededor.
De ahí surge el Modelo ACOM, que significa apreciatividad conmigo, con otros y con el mundo. Isanta afirma que el trabajo en cualquiera de estas tres áreas influye en las demás, aparte de incrementar el estado de bienestar.
“Cuanto más me aprecio y me valoro, más autoestima y autoconfianza hay, y los estudios de felicidad muestran que, a mayor autoestima y autoconfianza, mayores niveles de felicidad. Cuanto más nos apreciamos somos capaces de apreciar a los demás, construimos mejores relaciones, y no hay estudio de felicidad que no muestre que la calidad de las relaciones incide notoriamente en los niveles de bienestar”, explica y añade que ser más apreciativo con el mundo alrededor hace a la persona más capaz de capturar oportunidades y grandes negocios, “con lo cual eso impacta en los logros y los logros también tienen un impacto fuerte en la felicidad”.
Isanta, conferencista aliada de Rhumansite en República Dominicana, charló con Listín Diario por invitación de AFP Crecer. Este es un extracto de esa conversación.
¿Qué es la apreciatividad?
Es la capacidad de percibir y rescatar lo que es valioso y significativo de las personas, de los sucesos y de las cosas. Es la observación deliberada de lo mejor y lo preciado. Las personas apreciativas ven el todo, pero eligen construir su vida y su futuro a partir de lo mejor de lo que hay. No se trata de negar lo que no funciona, lo que no está bien, sino de mirar ese todo, ocuparnos de eso si es necesario, pero primordialmente nuestro foco está puesto en capturar el potencial e imaginarnos mejores futuros con eso que encontramos. ¿Por qué no lo llamamos aprecio?
Porque la apreciatividad no es solamente la capacidad de capturar, sino de construir cosas con eso que encontramos. Es una combinación de apreciar más acción; de imaginar buenos futuros, pero también de concretarlos.
Usted habla de observación deliberada. ¿Es necesario desarrollar la apreciatividad? ¿No venimos con esa capacidad de manera natural?
Yo creo que venimos con mucha de esta capacidad, pero la cultura y la educación a lo largo de la vida suelen ir quitándonos esta capacidad, porque nos enseñan más a focalizarnos en el problema, en lo que no funciona, que en hacer crecer lo que está bien. Como nuestro cerebro es un experto buscador de amenazas, por supervivencia, creemos que ese es el mejor y único camino para crecer y desarrollarnos y lo usamos en demasía, hasta una cuota poco saludable para el florecimiento humano. A medida que crecemos vamos perdiendo la capacidad de asombrarnos de las cosas simples de la vida, de ver las oportunidades a nuestro alrededor, nos vamos poniendo tan exigentes con nosotros mismos y con los demás que miramos más los defectos y las debilidades que los talentos y las fortalezas. Con los años, a medida que nos acercamos al final de la vida, vamos recuperando es capacidad porque empezamos a ver esas cosas que verdaderamente son esenciales y valiosas. O sea que hay diferentes momentos en los que creo que nos sale más o menos naturalmente la apreciatividad. No obstante, se entrena. No importa con cuánta hayas nacido, no importa el contexto en el que te hayas desarrollado; con práctica sostenida y específica, la cantidad de apreciatividad que tengas puede incrementarse. Todos tenemos esta habilidad, y esa es una muy buena noticia; la mala es que es muy probable que no la estés usando en su totalidad.
Y si hay algo que corregir, ¿lo puedo hacer desde la apreciatividad?
Si estamos hablando de apreciatividad, la idea sería que no te focalices en lo que no está bien, sino que tu mirada tiene que estar mayoritariamente viendo cómo haces crecer lo mejor de lo que hay y lo otro va a desaparecer por default. No alcanza con dejar de estar tristes para ser felices; necesitas desarrollar la alegría, el optimismo, la esperanza. Uno puede tener una vida reduciendo o quitando la tristeza, pero eso no es garantía de felicidad. Necesitas una mirada apreciativa para focalizarte en qué quiero ver crecer y no en qué no quiero ver más.
¿No es difícil ser apreciativo en una sociedad pesimista que mira raro al que siempre busca el lado bueno en todo?
Totalmente. Van a creer, como digo yo, que te fumaste algo el día anterior. Si estás convencida de que ese es el camino, te lo vas a tener que bancar. Nosotros no tenemos por qué andar por la vida queriendo que los demás se vuelvan apreciativos, pero sí creo que tenemos la obligación de andar por la vida comportándonos como ese mundo que queremos crear. Yo digo que la apreciatividad se entrena, pero se aprende por imitación. Cuanta mayor cantidad de personas practiquen la apreciatividad, mayor posibilidad hay de que también se transmita a futuras generaciones. Y por otro lado, si vamos a esperar que el mundo sea perfecto, no vamos a empezar nunca a ser apreciativos. El gran desafío es ser apreciativos en el mundo tal cual es, y no como nos gustaría que fuera.
¿Cómo nos ayuda la apreciatividad a encontrar mejores oportunidades de negocios?
Muchas veces andamos por la vida muy distraídos, muy indiferentes a las oportunidades que nos rodean. De hecho, hay numerosos estudios sobre la suerte que dicen que, por ejemplo, las personas que tienen suerte tienen ciertos comportamientos que favorecen la buena suerte y uno de ellos es la capacidad de apreciar y de distinguir lo que hay a su alrededor… Hay gente que puede ver a su alrededor oportunidades que otros no ven. Eso se entrena. Los grandes negocios no son creados por personas más inteligentes en general, como creemos nosotros, sino por personas que ven lo que otros no ven.