Listin Diario

PALABRAS CON PODER

El Señor nos da hoy cuatro fórmulas para alcanzar la felicidad, y asegura que esta sí es la manera de conseguir ser dichosos en esta vida.

- Luis García Dubus Santo Domingo

LA VALENTÍA DE PERDONAR Y PASAR LA PÁGINA.

ESegún el evangelio de San Lucas 6: 17, 20-26 l evangelio de hoy está escrito en palabras misteriosa­s que nadie entiende. Yo averigüé una vez algo (no todo) de lo que significab­a, y ni siquiera me atrevo a decirlo, no vaya a ser cosa que crea usted que me he vuelto loco.

Pero no lo dije yo. Fue el Señor en persona quien tuvo el atrevimien­to de expresar una serie de ideas tan en contradicc­ión con nuestra verdad, que no entendemos nada. Por ejemplo, dice Él que el dinero no da la felicidad.

Imagínese, cualquiera no sigue leyendo, ¿verdad? Pero hay más. Luego se atreve a afirmar que tampoco el prestigio produce felicidad. Y más adelante añade que el poder tampoco sirve para hacernos felices.

No sé usted, pero esto para mí resulta muy complicado. Si el dinero no da la felicidad, ni el prestigio ni el poder tampoco... ¿qué rayos estamos haciendo entonces?

Porque, evidenteme­nte, nadie quiere ser desgraciad­o, y trabajamos como locos con tal de ganar dinero, ser importante­s, tener el mando... Pero... ¿somos felices?

El Señor nos da hoy cuatro fórmulas para alcanzar la felicidad, y asegura que ésta sí es la manera de conseguir ser dichosos en esta vida.

Ahora, si Él, siendo nuestro Maestro, nos reveló estas fórmulas de la felicidad, ¿cómo se explica que nosotros los que escuchamos con confianza, no hayamos logrado ser todos felices? La razón es que no hemos entendido lo que Él quiere decir, o, peor aún, lo hemos entendido al revés. Por ejemplo, la primera fórmula que nos da el evangelio de hoy dice que si queremos ser dichosos, seamos “pobres”, porque así “tendremos a Dios por Rey”, y “el reino de Dios será de nosotros” (Lucas 6,20). Imagínese usted, esto de meterse a pobre para lograr ser felices parece una absoluta contradicc­ión.

Es como si el evangelio, en vez de ser una “buena noticia”, fuera una noticia mala; como si en vez de ser una fórmula para ser felices, fuera un llamamient­o al sufrimient­o. ¡Qué concepto tan incompatib­le con un Dios Padre amoroso!

¿Qué quiere manifestar el Señor cuando nos dice que seamos pobres si queremos ser felices? ¿Qué significa “pobre” en la boca del Señor?

Pobre es la persona que se da cuenta de que necesita a Dios, de que estaría desamparad­o sin Dios. Porque sólo el amor de Dios puede hacerlo feliz.

¿Lo quiere usted aún más simple?

Rico es la persona soberbia, que solo vive para darse importanci­a. Pobre es la persona humilde y sencilla aunque posea bienes.

La pregunta de hoy

¿qué tengo que hacer para ser más feliz?

Lo primero es aceptarse a sí mismo. La autoacepta­ción es un acto de fe. Y amarse a sí mismo es un acto de humildad.

“Un sólo acto de autoacepta­ción vale más que mil rosarios y diez mil golpes de pecho”.

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