Inclusión en Latinoamérica
(Y 3)
(Les comparto parte de mi discurso pronunciado en la inauguración de la XXXVI Reunión Plenaria de la Copppal en Panamá el 11 de octubre del presente año).
Desde América Latina, e incluso desde nuestra Copppal, y lo digo con propiedad porque fui parte de ello, hemos hecho esfuerzos para construir puentes, para llegar a entendimientos, para explorar formas que terminen con siglos de desencuentros, de desconfianza justificada en los golpes constantes que hemos padecido.
No es posible que mientras países poderosos fuera de nuestra región, entendiendo la realidad de la globalización, se acerquen a otros más débiles con ánimos de explorar o acometer proyectos económicos y de cooperación que apuntan hacia el beneficio mutuo, hacia la lógica civilizatoria de ganar/ganar sobre la base de reunir tecnología, recursos económicos, naturales y humanos para desarrollarnos sin agresiones.
Apostar al caos en nuestra región, como de hecho se apuesta, no deja ventaja alguna, porque la estabilidad y el bienestar económicos contienen las migraciones y crean mercados de consumidores. ¿Por qué temerle a la integración de nuestra región? ¿Por qué se pretende abortar la consolidación de la Patria Grande? América Latina no es, y nunca ha sido, una amenaza para nadie, es un nicho de oportunidades que siempre serán más provechosas por la vía de los acuerdos, los entendimientos y el multilateralismo, porque la vuelta al despojo tiene sus complicaciones en un mundo multipolar y con disfunción hegemónica; la resistencia tendrá más aliados y es muy seguro que no sea en el marco de la confrontación armada.
América Latina tiene mil doscientos millones de brazos dispuestos para la producción de riquezas. Tiene minerales, tierra con vocación agrícola, agua abundante; en fin, toda suerte de recursos naturales que, combinados con ese material humano, puede hacerle la guerra a la pobreza y al subdesarrollo para construir una sociedad latinoamericana fuerte e integrada, próspera, solidaria, justa y abierta al mundo, porque en un contexto de interdependencia el aislamiento es un suicidio.
Encaminémonos pues hacia la construcción de sociedades incluyentes y equitativas, hacia la consolidación de la integración comunitaria, como paso necesario para construir la patria grande, trabajemos sin descanso para recuperar la institucionalidad democrática, para hacer valer nuestra soberanía. ¡Qué viva América Latina y el Caribe! ¡Qué viva la Copppal y se mantenga como instrumento de defensa de los intereses latinoamericanos!