“Descomposición social”
La injusta distribución de las riquezas y las oportunidades en el abanico productivo de la sociedad, han provocado una gran descomposición social que se manifiesta en la falta de equidad en la administración de justicia, descuidando el patrimonio de una buena formación en valores y estimulando la violencia generadora de trastornos de la conducta.
Frente a los crímenes más execrables de Emely Peguero y Andreea Celea, percibimos una manipulación inadmisible en la búsqueda de impunidad frente a lo indefendible de los hechos, como si se tratara de que el poder económico estuviera por encima de la ley y de los códigos morales, que deben sustentar a una sociedad en peligro de disolución. Una vez más, la justicia debe actuar ejemplarizantemente frente a estos hechos que traspasan las fronteras de dos familias, para convertirse en el dolor de todos los que conformamos la sociedad dominicana. El intento de liberar de culpas a los actores y cercanos cómplices en un sistema de justicia que retuerce sus conciencias, permeado de sobornos cargados de miserias en la mesa de la indignidad, nos hace reflexionar en lo mal que anda nuestra sociedad. Frente a la atrocidad de los hechos, entendemos que estas acciones abominables nos comprometen a rechazar enérgicamente estos crímenes que truncaron las vidas de dos jóvenes con la complicidad deliberada de patrocinar la violencia en la formación de los hijos, dejando a un lado lo que deben recibir como el principio del respeto a la vida humana, bajo cualquier circunstancia adversa.
El aberrante proceder ha sido la intervención del poder económico en la manipulación de hechos claramente comprobables, para sustituir dentro de la sociedad la decencia como resultado de una buena orientación en el hogar. Hoy en la inversión de valores, avalada por los padres disfuncionales en la dirección de sus hijos, se negocian los principios a merced de las inconductas, haciéndose cómplices de sus fechorías para quebrantar la ley. Lo que antes era el respeto a los preceptos morales, hoy se manifiesta en la intención de interponer el dinero y el manejo de sus influencias para tratar de accidentar el debido proceso. La sociedad debe asumir estos hechos, repudiando la impunidad de los responsables de estos crímenes.