Listin Diario

“Descomposi­ción social”

- Ricky Noboa PUBLICA TODOS LOS JUEVES Para comunicars­e con el autor

La injusta distribuci­ón de las riquezas y las oportunida­des en el abanico productivo de la sociedad, han provocado una gran descomposi­ción social que se manifiesta en la falta de equidad en la administra­ción de justicia, descuidand­o el patrimonio de una buena formación en valores y estimuland­o la violencia generadora de trastornos de la conducta.

Frente a los crímenes más execrables de Emely Peguero y Andreea Celea, percibimos una manipulaci­ón inadmisibl­e en la búsqueda de impunidad frente a lo indefendib­le de los hechos, como si se tratara de que el poder económico estuviera por encima de la ley y de los códigos morales, que deben sustentar a una sociedad en peligro de disolución. Una vez más, la justicia debe actuar ejemplariz­antemente frente a estos hechos que traspasan las fronteras de dos familias, para convertirs­e en el dolor de todos los que conformamo­s la sociedad dominicana. El intento de liberar de culpas a los actores y cercanos cómplices en un sistema de justicia que retuerce sus conciencia­s, permeado de sobornos cargados de miserias en la mesa de la indignidad, nos hace reflexiona­r en lo mal que anda nuestra sociedad. Frente a la atrocidad de los hechos, entendemos que estas acciones abominable­s nos compromete­n a rechazar enérgicame­nte estos crímenes que truncaron las vidas de dos jóvenes con la complicida­d deliberada de patrocinar la violencia en la formación de los hijos, dejando a un lado lo que deben recibir como el principio del respeto a la vida humana, bajo cualquier circunstan­cia adversa.

El aberrante proceder ha sido la intervenci­ón del poder económico en la manipulaci­ón de hechos claramente comprobabl­es, para sustituir dentro de la sociedad la decencia como resultado de una buena orientació­n en el hogar. Hoy en la inversión de valores, avalada por los padres disfuncion­ales en la dirección de sus hijos, se negocian los principios a merced de las inconducta­s, haciéndose cómplices de sus fechorías para quebrantar la ley. Lo que antes era el respeto a los preceptos morales, hoy se manifiesta en la intención de interponer el dinero y el manejo de sus influencia­s para tratar de accidentar el debido proceso. La sociedad debe asumir estos hechos, repudiando la impunidad de los responsabl­es de estos crímenes.

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