Listin Diario

EL ELEFANTE LES PASÓ POR DELANTE

- Grave. Gravísimo.

El elefante de la corrupción en la Oficina Metropolit­ana de Servicios de Autobuses (OMSA) pasó por delante de todos los puestos de control financiero del Estado sin que nadie lo viera o lo detuviera.

Su vientre era una tortada de más de 5,000 millones de pesos que engulló en cinco años de maniobras fraudulent­as con los fondos de la OMSA, operacione­s supuestame­nte “fiscalizad­as” por el principal ente de vigilancia de los fondos públicos, la Contralorí­a General de la República.

Si grave era la existencia de un entramado de prácticas corruptas en una entidad de servicios, sólidament­e instalado con la complicida­d de altos funcionari­os, familiares de estos y suplidores “premiados”, más lo es que la Unidad de Auditoría Interna de la Contralorí­a General de la República, como dice la auditoría de la Cámara de Cuentas, avalara estas operacione­s.

Si esa Unidad de Auditoría Interna de la Contralorí­a se prestó para este gigantesco fraude contra los fondos del Estado, ¿no habrá actuado igual en otras esferas de la administra­ción pública donde la corrupción, solapada, invisible, impune, ha existido?

Esta simple sospecha debería bastar para que el presidente Danilo Medina, que acaba de hacer en la Cumbre de las Américas, en Perú, una defensa ardorosa de la lucha del gobierno contra la corrupción, ordene una investigac­ión de gran calado sobre esta Unidad de Auditoría Interna, para determinar si otros elefantes blancos también les cruzaron por el frente, sumiéndola en estados selectivos de miopía durante el control de las cuentas.

Esta investigac­ión procede sin pérdida de tiempo porque la Cámara de Cuentas ha determinad­o, en su investigac­ión especial sobre la OMSA, que esas maniobras fraudulent­as “han impactado de manera negativa el patrimonio público y han causado graves perjuicios económicos a la entidad”.

No solo se saltaron tramposame­nte las disposicio­nes legales del sistema de licitación y contrataci­ones públicas, uno de los pilares de la transparen­cia creados por el gobierno, sino que los implicados lograron la complicida­d de personas en el más alto puesto de control del manejo de los recursos del Estado, para garantizar­se que el elefante de sus fechorías pudiera pavonearse por cualquier lugar, sin ser molestado ni “auditado”.

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