Migraciones
Regido por la amiga y colega Edith Febles, atestigüé un panel, en CEFASA, con testimonios de migrantes de distintos países. La actividad fue parte del taller sobre cobertura de migraciones dirigido, especialmente, a periodistas, quienes tenemos que escuchar a la gente, contar realidades e informar en sentido general.
Oír, lo que personas de distintas nacionalidades han atravesado en patrias ajenas me conectó con mi madre, inmigrante en los años noventa hacia los rascacielos de New York. Los testimonios de una venezolana, dos haitianos (uno de pequeños recursos y el otro con holgura económica), y un dominicano con experiencias en África, Haití y otras naciones, nos permitió tocar las venas a las situaciones que se viven y padecen cuando se abandona el lar nativo sea cual sea el motivo.
El mundo es senda de migraciones múltiples. De hecho, la tierra se mueve y de igual manera transitan poblaciones. La “pureza” de un pueblo es una quimera en este siglo. Las razones para migrar también varían. Gente que emigra siguiendo el enigma del amor o buscando credenciales académicas. Eso sí, la gran mayoría viaja a lo incierto empujado por la pobreza, el hambre, huyendo de los conflictos, de la guerra...
Mi madre partió buscando un mejor horizonte para sus hijas. Lavó nuestra ropa y nos dejó el tendedero repleto como rastro de su amor. No hubo despedida. Nos llevaron fuera de casa para no mirarla llorar mientras se alejaba. Actualmente, la migración venezolana busca en Dominicana un espacio para guarecerse, trabajar y por ende, comer. Hay pilotos trabajando como camareros. Y hay mujeres con formación de gerentes canceladas cada tres meses para evitar responsabilidades laborales. La migración haitiana, histórica y mayoritaria, atraviesa todas las peripecias que el interés económico y la subestimación pueden patrocinar. Los haitianos hacen ricos a mucha gente en la frontera (incluyendo militares), erigen el patrimonio del sector construcción y cosechan los vegetales que consumimos. Pese al afán, sigue siendo pobre en su mayoría. El tema es largo, colmaría más de una tertulia. El aprendizaje es mirar con empatía y misericordia al inmigrante. Los nuestros también avanzan por amor o por comida hacia otras esquinas del mundo.