¿Verdes… o farsantes?
Para analizar objetivamente el Movimiento Verde, hay que separar la paja del trigo. Muchos de quienes lo apoyan y promueven, lo hacen a partir del interés legítimo de luchar contra la corrupción y la impunidad, algo con lo que se identifica cualquier ciudadano preocupado por su país.
Pero los intereses que se mueven detrás --sus ideólogos--, no tienen ni han tenido nunca interés legítimo en combatir la corrupción. Lo que pretenden es hacer carrera montados en una supuesta lucha contra la corrupción erigiéndose en referentes éticos con paredones mediáticos para fusilar honras ajenas.
Utilizando a Participación Ciudadana como nodriza de una red de ONG’s, han desnaturalizado el concepto de sociedad civil para desde allí levantar falsos altares morales a fin de mellar la credibilidad de los políticos, de los líderes de los partidos y de todo el entramado institucional del sistema democrático.
Marchan ahora vestidos de verde en contra de la corrupción como antes lo hicieron de amarillo por el cuatro por ciento para la educación, y luego de negro dizque para exhibir luto por la democracia. Porque bailan la música del que paga “la fiesta” y por eso mutan dependiendo de los intereses de quienes les financian su lucha.
Hace un año piqueteaban el Congreso presionando para la aprobación del Código Penal con las tres causales que permiten la interrupción del embarazo. Sin embargo, ahora no abren la boca mientras senadores y diputados rechazan la observación del presidente Medina penalizando toda forma de aborto… Parecería que no quieren perder el enfoque en su “lucha contra la corrupción”.
Pero dicen que “la desesperación es causa del fracaso” y a esta gente les traicionó el frenesí llevando a algunos de sus ideólogos a asumir protagonismos que no les correspondían. Y al pedir la ruptura del orden constitucional dejaron en evidencia sus verdaderos propósitos. Sólo que anticipadamente…
Esto abrió los ojos a quienes se resistían a ver los verdaderos propósitos de esta gente, que era provocar “La Primavera Dominicana”, dando un golpe blando al estilo Brasil o Medio Oriente. O dicho en términos más claros: un asalto al poder sin necesidad de transitar los caminos de la democracia, llevándose de encuentro a un Presidente validado por dos millones y medio de votos y al que le faltan más de tres años de período constitucional.
Algo material, institucional y políticamente imposible, además de un disparate. Porque donde esos movimientos triunfaron existían regímenes totalitarios o serias crisis económicas, lo que no ocurre en República Dominicana. Además, vistos los resultados de esos golpes blandos, cualquiera que tenga algo que perder piensa la conveniencia de semejante aventura y se aleja de esa locura. Justo lo que están haciendo los empresarios al retirar el apoyo financiero y advertir sobre el “desvío” de los propósitos originales del movimiento.
Aunque el dinero no les faltará --porque todavía cuentan con apoyos internos y externos que aportan recursos--, tendrán sus dificultades… Porque esas marchas son muy caras.
Para el domingo tienen programada “la mamá de todas las marchas”. Un 16-J capitaleño que aspira a emular el 11-M madrileño. Hasta ahora han tenido relativo éxito acarreando hacia los pueblos a gente de todo el país en cientos de autobuses.
Lo que le conviene al país es que ese movimiento se anime a convertirse en partido político para que en el 2020 lleve en una boleta con sus inmaculados candidatos… Se supone que les iría mejor que cuando han aspirado en otras boletas… A fin de cuentas para entonces tendremos un nuevo régimen electoral, podrán competir en relativa igualdad de condiciones y serán empujados por “una incontenible marea verde”.
Lo deseable es que hagan su partido… Así también se le podrán contar los votos a Participación Ciudadana para establecer su tamaño real. Porque es fácil atribuirse representaciones que nadie le ha otorgado…
¡… Si quieren llegar al poder, que se fajen a buscar votos!