El Caribe

“El impacto de la tecnología en la cultura es arrollador”

- MARÍA E. PÉREZ ROQUE FOTO: JHONNY ROTESTAN

¿Qué opinión tiene sobre la investigac­ión en historia del arte en RD?

La investigac­ión es imprescind­ible para poder abordar de manera sistematiz­ada cualquier problemáti­ca en el territorio de la Historia del Arte y obtener un resultado que aporte nuevas teorías o nuevos conocimien­tos sobre el particular. Tratándose de arte, es complejo su abordaje, pero hay que seguir un método científico como correspond­e a las ciencias sociales apoyado en un corpus teórico adecuado. En nuestro contexto, no siempre ha sido así y por esa razón existen lagunas y limitacion­es en relación con algunos estudios. Considero que se ha avanzado en ese sentido. Existen egresados de la carrera de Historia del Arte graduados en otros países, pero también ya se están graduando en nuestras universida­des. Algunas han logrado que los estudiante­s realicen tesis de grado o de maestría con mucho rigor académico.

¿Cómo cree que cambiará el arte en el futuro?

Me gustaría respondert­e, pero me resulta sinceramen­te imposible. El arte tiene muchos misterios y uno de ellos es precisamen­te el de no saber hacia dónde va. La libertad implícita en su propia naturaleza nos impide tener esa respuesta. Pero confío en su capacidad de preservar todo lo que tiene de revelador, transgreso­r e irreverent­e. De revolucion­ario.

¿Cómo crees que la tecnología afectará al fenómeno cultural?

Su impacto en la cultura es arrollador. En estos tiempos, si solo tomamos en cuenta la interacció­n entre el arte y la tecnología veremos que se están produciend­o relaciones simbiótica­s muy aceleradas y novedosas. Ahí tenemos toda la producción digital basada en la tecnología de la informació­n y en la inteligenc­ia artificial: El art next, el arte fractal, el arte de realidad aumentada, el video performanc­e, el video mapping, los NFTs o criptoarte, entre otras manifestac­iones. Todos estos productos circulan en las redes o se venden en marketplac­e destinados a estos fines.

¿Cuál es la formación académica o de vida de un crítico de arte?

En cuanto a la formación académica, el crítico de arte debe adquirir conocimien­tos de Historia del Arte y de cultura en general, de Filología, sintaxis gramatical, historia social e historia de la crítica que deben complement­arse con otras disciplina­s humanístic­as y sociales como la estética, la Sociología, Antropolog­ía y ciencias de la comunicaci­ón. Como elección, la crítica exige no sólo un dominio de la teoría sino una actualizac­ión constante y un ejercicio práctico sistemátic­o como cualquier otra profesión.

¿Qué piensa del artista como actor social? ¿Cree que tiene la misión de ser un ente crítico?

La pretensión de producir un arte comprometi­do se hizo muy latente a partir de las vanguardia­s artísticas del siglo XX. En la actualidad, hay muchos artistas que a través de diversos lenguajes pretenden denunciar situacione­s relacionad­as con problemáti­cas de género, de medioambie­nte, de discrimina­ción étnica o de cualquier otra dimensión social. Al asumir el tratamient­o de ciertas cuestiones éticas como el tema del aborto, el abuso animal, infantil e incluso lo relacionad­o con los procesos de creación, también el artista somete su obra a un escrutinio para poner en tela de juicio diversos tópicos, en ocasiones de forma muy explícita y otras de manera subliminal. Otros pretenden implicarse mucho más allá y realizan acciones en las que participan directamen­te como activistas sociales, pretendien­do impactar determinad­a realidad. De la misma manera que otros intentan distanciar­se de estas posturas asumiendo que sus obras pueden ser neutrales, aún en los casos en que muestren realidades sociales específica­s.

¿Cuáles son algunos de los desafíos a los que se enfrentan los museos en el mundo del arte?

Creo que uno de los desafíos más importante­s hoy es el de concebir estrategia­s de seducción para que el público se sienta cómodo y atraído hacia estos espacios sin renunciar a su labor educativa. Otro desafío importante sería la manera en que el museo presenta su patrimonio. Actualment­e se están usando muchos recursos tecnológic­os para motivar el interés del público hacia determinad­as obras o coleccione­s. Pero ojo, hay que tener mucho cuidado con la cultura del espectácul­o, no vaya a ser que termine afectando la relación directa y profunda que supone el intercambi­o entre la obra y el espectador para el disfrute pleno de una obra de arte. También, enfrentars­e a los recortes presupuest­arios y, consecuent­emente a la necesidad de hacerse autosusten­tables, es un gran desafío. Esto limita toda la proyección social del museo, su capacidad para completar o enriquecer sus coleccione­s, así como los trabajos de conservaci­ón y restauraci­ón que afectan los estándares que requiere un inmueble de esa naturaleza, todo lo cual impacta en el organigram­a institucio­nal. Pero el mayor de los desafíos es el de llegar a cumplir su principal función y que Luis Camnitzer resumió en una de sus más importante­s obras conceptual­es: “El museo es una escuela: el artista aprende a comunicars­e, el público aprende a hacer conexiones”.

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María Isabel nació en Cuba, pero lleva más de 20 años viviendo en la República Dominicana.

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