El Caribe

El futuro de la minería ( y 2)

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En varias oportunida­des me he referido en esta columna y en la red al sabio consejo del entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, en ocasión de su visita al país en el año 2013, cuando al referirse a la actividad minera local, dijo enfáticame­nte: “No le digan no a la minería”. Confieso que el señor Correa nunca ha sido de mi total agrado pero su argumentac­ión tiene un innegable valor porque en su gobierno la explotació­n racional de los recursos del subsuelo, especialme­nte el petróleo, fue de la más alta prioridad.

La apasionada inclinació­n a rechazar la realidad de la actividad minera, a base de lugares comunes y descalific­aciones que suponen una falta descomunal de conocimien­to, puede congelar nuestro proceso de crecimient­o y reducir nuestras posibilida­des económicas a renglones sin ningún peso en el comercio internacio­nal. Estar de acuerdo con la explotació­n de los recursos mineros no significa aceptar los males de una actividad irresponsa­ble, sin vigilancia estatal y sobre contratos onerosos. Los términos de cualquier concesión es competenci­a del gobierno.

Lo que he dicho y sostengo es lo siguiente si Venezuela, Ecuador, México, Etiopía, Rusia, Estados Unidos, los países árabes, Irán, Brasil, China y muchos otros usan su petróleo; si Chile impulsa su crecimient­o extrayendo el cobre de sus montañas, no entiendo porqué nuestro país no puede valerse de su riqueza minera para mejorar las expectativ­as de su gente. Por Loma Miranda no cruzan 40 ríos ni allí nacen aguas que alimentan la presa de Rincón, como se alega. Tampoco hay especies de fauna o flora que no existan en otros lugares del país. No reúne, pues, las condicione­s excepciona­les para ser declarado Parque Nacional.

Lo sensato es que los expertos dediquen su tiempo y conocimien­to para determinar lo que más conviene al país, sin pasión y sin descalific­aciones en la red y la radio.

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