Diario Libre (Republica Dominicana)
Redes revoltosas
Hasta cierto punto es natural que gobiernos intolerantes procuren silenciar noticias
Gustavo Volmar
Algunos gobiernos son enemigos de la libertad del internet. No hace falta que exista un régimen totalitario para que las autoridades busquen la forma de acallar las expresiones que consideran les son adversas. Un ejemplo de ello fue la reciente aprobación en Singapur de una ley para controlar las informaciones falsas, vía notas aclaratorias oficiales que debían ser colocadas en las páginas donde dichas informaciones aparecían.
Hasta cierto punto es natural que gobiernos intolerantes procuren silenciar noticias, datos o evaluaciones que no están de acuerdo con la línea promovida por las autoridades. Más sorprendente, sin embargo, resulta que en algunos foros financieros se esté comentando acerca del peligro que la libertad absoluta del internet puede representar para la estabilidad y el crecimiento económico de varias naciones.
El origen de esta inusitada percepción se encuentra en el uso dado al internet, especialmente a través de las redes sociales, para promover protestas en lugares como Chile, el Líbano, Bolivia y Hong Kong. Por ese medio se convocan manifestaciones, se propalan videos, se muestran víctimas y se coordinan estrategias que paralizan las actividades económicas, causan daños a propiedades, desestabilizan negocios y reducen los ingresos estatales. Eso significa que tanto el sector empresarial como el sector público, sufren mermas en su capacidad para generar recursos y pagar sus deudas.
Inversionistas que ponen su dinero en títulos gubernamentales, fondos inmobiliarios, acciones y bonos corporativos, o valores respaldados por activos ubicados en zonas de conflicto social, se han percatado de que la buena disposición de los deudores y entidades receptoras de recursos de capital no es suficiente para garantizar el dinero que han colocado. Su confianza disminuye, se retiran de dichas zonas agravando sin proponérselo las condiciones que motivaron el descontento social, y lamentablemente señalan al internet como un factor perjudicial.