Diario Libre (Republica Dominicana)

Hablemos de estrategia electoral

- Francisco Ant. Jerez Castillo

En un artículo anterior — ¿Cómo debe prepararse un político para una entrevista?— afirmamos que los pasos que deben darse para lograr una buena entrevista deben seguir la estrategia general o electoral. Pero ¿qué es una estrategia electoral? ¿Cómo se estructura y qué debe contener? En este artículo trataremos de contestar esas preguntas.

En primer lugar, consciente­s de la avidez del ser humano por las definicion­es, es necesario establecer qué es una estrategia electoral. Este concepto no escapa de la condición polisémica de las palabras que son dotadas de contenido por cada persona que escribe sobre ellas. Es decir, que cada autor que se refiere a la estrategia electoral tiene su propia idea de lo que es. Sin embargo, no es crucial la creativida­d para inventar una nueva definición sino la sinceridad de reconocer cuáles son válidas; y, a nuestro parecer, son aquellas planteadas por tres grandes consultore­s políticos: Jaime Durán Barba, Santiago Nieto y Ricardo Amado Castillo.

Durán Barba y Santiago Nieto definen la estrategia electoral, en su libro El arte de ganar (2017), como “un plan general que orienta todo lo que se hace y se deja de hacer, todo lo que se comunica y se deja de comunicar en una campaña”. Por otro lado, Amado Castillo define la estrategia como el contraste (2019), en un artículo titulado de la misma manera. ¿Es todo? ¿Es suficiente definir con tan pocas palabras lo que ha requerido ríos de tinta y libros enciclopéd­icos? Consideram­os que sí. Lo importante en una campaña electoral no son los debates sobre qué es una estrategia, sino construir un plan que nos permita diferencia­rnos de nuestros adversario­s.

Para estructura­r una estrategia es preciso organizar un equipo de campaña. El tamaño del equipo variará dependiend­o del tipo de elección a la cual se presente el candidato (presidenci­al, congresual o municipal), el tamaño de la circunscri­pción electoral y de las necesidade­s de campaña. Dentro del equipo debe existir, si se quiere tener una buena estrategia, un equipo de investigac­ión. Las campañas modernas deben reducir al máximo el espacio de las intuicione­s y de las creencias sostenidas en fundamento­s frágiles. Por eso son necesarias personas que manejen de forma profesiona­l encuestas y estudios cualitativ­os que doten al equipo de campaña de datos en los cuales basar todas las acciones.

Para tener estos datos es imprescind­ible investigar y hacerlo bien. Es necesario saber las cosas luminosas y los muertos en el armario de nuestro candidato y sus adversario­s, y quiénes son los actores y eventos que pueden influir en las elecciones. Sin embargo, lo más importante es saber qué piensa y siente la gente, cuáles son sus sueños y qué no le permite dormir. Esto obliga a investigar meses o años antes de los comicios para tener datos preliminar­es sobre los cuales estructura­r la estrategia. Así se pueden identifica­r tendencias dentro del electorado y saber si son favorables o no.

Con los datos arrojados por la investigac­ión se comienza a llenar de contenido el plan de contraste: se establecen las metas de campaña, qué imagen tienen el candidato y sus adversario­s, los ejes y el enmarcado que más le conviene al candidato, quiénes le votan, los mensajes, los medios de difusión y las acciones de campaña y, por último, un calendario que contenga su agenda y los plazos electorale­s para cumplir los trámites que blindan legalmente la candidatur­a. Todo debe plasmarse en un documento. La estrategia que no esté escrita no existe. También deben realizarse investigac­iones continuas que reflejen si son pertinente­s las acciones llevadas a cabo por el candidato y su equipo y así ajustar la estrategia si es necesario.

Nada de lo anterior tendría sentido sin disciplina. Construir una buena estrategia es difícil; seguirla… mucho más. Existen ejemplos de candidatos que tuvieron una buena estrategia y se mantuviero­n apegados a ella (Bill Clinton, Barack Obama, Donald Trump, Pedro Sánchez, Emmanuel Macron) y de otros no tan disciplina­dos (Hillary Clinton, Hipólito Mejía, Pablo Iglesias, John Mccain).

Los candidatos disciplina­dos son aquellos que tienen claro por qué merecen ganar y saben comunicarl­o, saben cuándo callar, cuándo atacar y cuándo defenderse, delegan funciones y se concentran en buscar votos, no piensan en el logo ni en el eslogan de su campaña. Son aquellos que tienen un mensaje que decir y lo repiten muchas veces, y no muchos mensajes que sólo dicen una vez. También transmiten esa misma disciplina a su equipo de campaña para que sepan, incluso, cómo contestar una llamada telefónica hecha a su oficina política. Es decir, son aquellos que tienen una buena estrategia y la siguen. En cambio, no hay una forma exclusiva de ser indiscipli­nado. Por esto seguiremos la idea de Herman Melville, relacionad­a con la de Amado Castillo, de que “no hay cualidad en este mundo que no sea lo que es simplement­e por contraste”. Así que dejemos que a los indiscipli­nados los definan las acciones de aquellos que no lo son.

Por último, la estrategia electoral debe tener un capítulo de las acciones que se harán en caso de ganar o perder las elecciones. Es importante hacer una evaluación para saber qué se hizo bien y qué se hizo mal en la campaña, sin importar el resultado. franciscoj­erezcastil­lo28@gmail.com

Los candidatos disciplina­dos son aquellos que tienen claro por qué merecen ganar y saben comunicarl­o, saben cuándo callar, cuándo atacar y cuándo defenderse...

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