Diario Libre (Republica Dominicana)
LA NUEVA BARQUITA,. OTRA FORMA DE VIDA.
La falta de empleos constituye el principal problema de los habitantes de la urbanización. Dirigentes comunitarios solicitan la instalación de una zona franca en el lugar.
SD. Desde junio de 2016, cuando fue inaugurada la Nueva Barquita, la vida les cambió a cientos de familias que vivían a oripllas del río Ozama, al pasar de un lugar donde sus servicios básicos eran precarios o no existían a un complejo habitacional en el que cuentan con energía eléctrica 24 horas, centros de salud, escuelas, centros tecnológicos y transporte, entre otros beneficios que a pesar de haber impactado positivamente a la colectividad, a muchos les ha costado adaptarse al nuevo estilo de vida y a las normas y reglas que requiere y externan quejas como la falta de empleos y la seguridad en el lugar.
AOnéximo Montero la vida le cambió totalmente el 29 de junio de 2016 cuando recibió uno de los apartamentos del proyecto La Nueva Barquita, construidos por el Gobierno mediante el Decreto 192-16 del 14 de julio del 2016, para reubicar a las 1,787 familias que por años eran noticia cuando el país era afectado por tempestades.
La calma y la paz que vive ahora eran un sueño que Onéximo compartía con algunos de sus vecinos, que parecía inalcanzable por sus carencias económicas y la indiferencia de gobiernos, conocedores de la realidad, pero de poca o ninguna voluntad para resolver el mal.
“Déjame decirte que estamos felices, contentos y agradecidos, primeramente de Dios y luego del señor presidente de la República porque allá donde vivíamos, en la Vieja Barquita, cuando se ponía nublado uno no dormía. Ya que estamos aquí se duerme tranquilo, ha sido una bendición de Dios vivir dignamente como debe vivir un ser humano, me siento bien cien por ciento”.
Este proyecto construido con los servicios necesarios implica un proceso de adaptación al que no todos se han acostumbrado, pero que de acuerdo con la Unidad para la Readecuación de la Barquita y Entornos (URBE) se va logrando paulatinamente.
“Al principio, la novedad y comenzar a descubrir hasta llegar a darse cuenta de lo que suponía un cambio tan contundente que les afectaba el modelo de comportamiento implicando desaprender, aprender y reaprender, dejando atrás lo que no les es útil ahora…un cambio de cultura”, explican dirigentes de URBE.
Reconoce el esfuerzo hecho por muchos para romper con patrones conductuales, lo que les ha permitido dar respuestas a la nueva realidad.
Los residentes de La Nueva Barquita, pasaron de casas individuales a apartamentos en edificios, en un entorno urbano con normativas, en una infraestructura con vías, espacio público, áreas comunes en un nuevo municipio.
Pago por servicio
No todo se logra como se quiere. En Urbe se está consciente de que se requiere de tiempo y acompañamiento para que la gente pueda asimilar el cambio de vivir en un tugurio, amontonados y sin ningunas condiciones a un confortable apartamento, en un proyecto urbanizado, con orden y disciplina.
Uno de los principales problemas que ha encontrado URBE es la negativa de muchos a pagar la cuota por servicio y mantenimiento establecida en RD$1,000.00. “Se mantiene a la población informada sobre el uso de estos recursos, con los que se cubren los servicios de recogida de los residuos sólidos, electricidad de las áreas comunes, suministro de agua potable, limpieza y mantenimiento de las áreas comunes y espacios públicos”.
El porcentaje de usuarios de los apartamentos que está al día con el pago de la cuota de mantenimiento es de un 39%. El Patronato ha notificado debidamente, mediante comunicación escrita, a prácticamente todos los usuarios que han incumplido y se les ha ofertado realizar acuerdos de pago.
Josefina Madé, una líder comunitaria, cuenta que el pago por servicios ha sido uno de los mayores problemas, a pesar de que todos los beneficiados están conscientes del compromiso que asumió. “Nosotros estamos de acuerdo con que se paguen esos servicios, que son esenciales para nosotros. Cuando una persona no paga pierde derecho a solicitar algún tipo de servicio, no puede ir al patronato a solicitar que le resuelvan ese problema porque no está cumpliendo con un compromiso que se firmó desde la Vieja Barquita, eso fue un convenio que se hizo y lo firmamos cada uno”, enfatizó.
El Patronato
Para darles continuidad a los compromisos asumidos, tanto por los beneficiarios como de URBE, se creó mediante el decreto 280-17 un órgano desconcentrado del Ministerio encargado de velar por la sostenibilidad de los bienes e infraestructura del proyecto, así como de garantizar las condiciones para la reinserción social de la comunidad trasladada al proyecto.
Se elaboró un reglamento que establece que la inobservancia de las obligaciones conlleva un proceso administrativo sancionatorio. Entre las normas están la prohibición de tender o secar ropa y otros artículos en las ventanas, barandas, pasillos, terrazas y escaleras, verter basura fuera de los contenedores, papeleras o espacios destinados a esos fines, producir ruidos o música a alto volumen que perturben la tranquilidad de los vecinos, prohíbe el velatorio en los apartamentos.
“El Patronato está trabajando para hacer cumplir las normas del Reglamento. Cuando un usuario las incumple se notifica y si es reincidente se le amonesta. Por ejemplo, con las faltas producidas por el tendido de ropa hemos avanzado mucho, ya que en un inicio había tendido de ropa en alrededor de un 65% de los apartamentos y en este momento ha bajado a alrededor de un 5%”, dice URBE.
En el tema de los ruidos, también han recibido el testimonio de los habitantes, que debido al trabajo conjunto con la Armada Nacional y la Unidad Anti Ruidos de la Policía ha disminuido esta situación. Una familia fue expulsada porque el padre violentó el reglamento en el aspecto de los ruidos de manera reincidente.
Pero la comunidad no está conforme, y como explican Josefina Madé y Onéximo Montero, los ruidos son uno de los males del sector. Hay colmados que colocan música a alto volumen hasta las tres de la madrugada. En el proyecto existe un destacamento de la Policía, pero también una unidad de la Armada Dominicana que debía tener control de la situación.
“Los militares no están haciendo su trabajo porque no debería permitirse a ningún establecimiento que tenga ruidos a altas horas de la noche, no tenemos quien controle eso, el padre Gregorio Alegría está regado porque él dice que ese no es un proyecto para tener ese escándalo, los motores echan competencia a deshora de la noche y los militares no aparecen” , explica Madé.
Pero además de esos males, el más preocupante para los habitantes de la Nueva Barquita es la falta de empleo. La mayoría de las personas no tiene dónde ganarse el sustento de sus familias, por lo que es común ver, sobre todo a personas jóvenes, sentadas o deambulando por el proyecto.
Para enfrentar esa realidad proponen al presidente Medina la creación de una zona franca en unos terrenos que uno militares propietarios están dispuestos a vender al estado.