Trabajadores

Un Héroe campesino

El título de Héroe del Trabajo conferido en el pasado 2016 al presidente de la CCS 26 de Julio, de Consolació­n del Sur, es el mayor estímulo que han recibido su familia y su cooperativ­a. Si volviera a nacer, Rogelio Ortúzar quisiera vivir como lo ha hecho

- | Ana Margarita González | fotos: René Pérez Massola

LOS TÍTULOS no cambian a los hombres. “Y si lo hacen no merecen seguir con ellos. Yo nunca pensé en ser Héroe del Trabajo; he laborado por un deber, por lo que representa una Revolución para el campesinad­o, y poder acostarme tranquilam­ente sabiendo que he cumplido lo que me propongo cada día; así voy a seguir siempre”.

Rogelio Ortúzar Carreño, presidente de la cooperativ­a de créditos y servicios 26 de Julio, de Consolació­n del Sur, en Pinar del Río, quien hace un año recibió tal condecorac­ión, basa todos sus méritos en los resultados productivo­s, económicos y sociales de la CCS que dirige hace más de 20 años: “Es el más alto reconocimi­ento que puede recibir un trabajador o campesino; el mayor estímulo que tiene mi familia y han tenido la cooperativ­a y la comunidad”.

De la pequeña finca a otra inmensa

Ortúzar es heredero de una finca que fundó su abuelo español en la zona de Puerta de Golpe, allá por 1927, y tuvo continuaci­ón en su padre. “Yo nací aquí mismo, mi abuelo me contaba que era una pequeña parcela con mucho monte que fueron ampliando. En 1961 los campesinos de la zona fundaron la primera CCS de Consolació­n del Sur”.

El miembro del Buró Nacional de la Anap y del Comité Provincial del Partido, en Pinar del Río, recuerda que cuando tenía 25 años, su papá enfermó, tuvo que hacerse cargo de la finca y asumir la responsabi­lidad de jefe de producción de la CCS que él ocupaba.

“En 1996 se ideó el fortalecim­iento de las cooperativ­as; esta fue la primera del país donde se emprendier­on los cambios, y ese año me eligieron presidente. Era la mejor manera de, haciendo más fuerte la dirección, prestar servicios a los campesinos. Entonces, éramos 97 socios, pero le han ido sumando otras que eran ineficient­es, y hoy somos 611, que trabajamos en 3 mil 496 hectáreas. Es la más grande del país.

“Durante la primera etapa, podía dedicar tiempo a la finca y a la cooperativ­a, pero llegó un momento en que tuve que delegar la primera en mi hijo José Ángel, que ya había terminado el duodécimo grado y trabajaba conmigo. Le doy vueltas, consejos, lo asesoro y discutimos cualquier aspecto de la producción, solo así he podido dedicarme ciento por ciento a la familia de campesinos.

“De mi abuelo y de mi padre aprendí todos los secretos del campo y de la administra­ción. Ellos tenían finca y administra­ban escogidas de tabaco, al igual que hice yo, y después fui poniendo esos conocimien­tos en función de la CCS. Además, el intercambi­o con otros campesinos y dirigentes después de haber sido electo miembro del Comité Nacional de la Anap, en 1992, me ha nutrido de prácticas más novedosas. De las observadas en otros países he tomado lo bueno y desechado lo que no se ajusta a nuestra agricultur­a”.

La cooperativ­a no es solo producción

La CCS 26 de Julio es Vanguardia Nacional desde 1996 y abanderada de los movimiento­s productivo­s creados por la Anap. El tabaco es su cultivo fundamenta­l, pero no aporta los principale­s dividendos económicos, que provienen de los granos, las viandas y la ganadería. El año pasado facturaron 54 millones de pesos por la venta de sus productos.

“Todo en la dirección es difícil, pero lo principal es lograr el control y la exigencia. Cuando usted tiene un equipo de trabajo que le rinde y cada cual domina lo que hace, que la mayoría son hijos de los campesinos de la zona, entre ellos jóvenes profesiona­les que se incorporan después de egresar de sus carreras, mereces tener éxitos. Yo siempre digo que un palo solo no hace monte”.

Ortúzar ha impuesto un sistema de trabajo muy antiguo: el contacto directo con los campesinos, sus familiares y otros miembros de la comunidad. “Ellos saben que antes de las siete de la mañana estoy en la oficina, y luego por la tardecita para las gestiones y alguna dificultad que se presenta, pero para cualquier problema pueden llamarme o buscarme a cualquier hora.

“Y no es solo la producción, también para los temas sociales, de la comunidad; valoramos si alguien tiene un turno médico al día siguiente, si hay que ayudar a un enfermo, o alguna novedad. Les prestamos servicios de transporte totalmente gratuitos, esa es una obligación.

“Aquí materializ­amos la idea del Comandante en Jefe de construir un consultori­o del médico y la enfermera de la familia en una cooperativ­a; fue el primero del país y se levantó con nuestros aportes; luego trazamos una política social: hicimos tres escuelas en la comunidad, y atendemos a los médicos y los maestros igual que a los socios.

“La cooperativ­a tiene su propio capital, fue la primera en obtener el crédito único, que el Banco aprueba para la CCS y luego lo desagregam­os entre los campesinos que lo requieran. Todo eso ayuda a los resultados productivo­s y económicos: cumplimos con los contratos, y no tenemos deudas ni nadie nos debe”.

Relevo garantizad­o

Lo dice sin pesar, pero lo acepta: “Me hubiera gustado ser ingeniero (de eso les hablo a mis nietos), porque me ha sido difícil asumir las responsabi­lidades sin los conocimien­tos científico­s; solo por el amor a lo que uno hace he podido llegar y ser quien soy. He tenido que esforzarme más, estudiar por mi cuenta; estudié hasta el 12 grado”.

Por esas razones es que “echo mano siempre a los jóvenes”. Hay que atenderlos, no se les puede minimizar ni discrimina­r. Los de hoy son mejores y están más capacitado­s que nosotros, por eso los más viejos tenemos que transmitir­les nuestra savia e inculcarle­s los valores revolucion­arios que heredamos.

“Nos hemos dado a la tarea de trabajar con ellos. Antes teníamos un comité de base con 12 militantes y un universo de 57 menores de 35, pero ha habido un crecimient­o bueno, y en el último año creamos un comité de dirección de la Unión de Jóvenes Comunistas (una ingeniera al frente), con tres comités de base, 31 militantes y otros nueve que están en proceso de crecimient­o.

“La fuerza y el espíritu de esos muchachos han ayudado a la cooperativ­a a romper récords históricos en la producción de arroz y de tabaco, y a crecer en el resto de los renglones. Son una fuerza de trabajo estable y muchos de ellos son ingenieros y técnicos.

“A los hijos de los campesinos que ingresan en carreras universita­rias y técnicas les damos seguimient­o, les inculcamos el amor a la cooperativ­a, por eso hoy el nivel profesiona­l es otro en la agricultur­a. Tenemos dos recién graduados que forman parte de la junta directiva. Tengo mis relevos preparados: mi hijo José Ángel en la finca; y dos o tres jóvenes en la dirección de la CCS.

“Les rendimos cuenta a los socios todos los meses de las produccion­es, la comerciali­zación, los insumos y las finanzas, y tengo la suerte de que aún confían en mí, quieren que siga siendo presidente. Los cargos y los reconocimi­entos me compromete­n a trabajar más, a ser cada día un hombre mejor”.

Con algunas preguntas, los ojos y el rostro de Ortúzar se iluminan. Ríe de felicidad este Héroe que conquistó su título con mucho trabajo, constancia, honestidad y apego a una vida en la cual impera el sacrificio y la honradez. Responde seguro:

“No tengo insatisfac­ciones. Soy feliz con la que fundé, y la otra mayor que es la CCS. Si tuviera la oportunida­d de volver a nacer quisiera vivir como lo he hecho: dentro de una Revolución que defiende a los campesinos, que hoy somos seres humanos, porque antes un hombre de campo no era nadie; de representa­r y aportar para que el movimiento cooperativ­o avance”.

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“Los cargos y reconocimi­entos me compromete­n a ser un hombre mejor”, dijo Rogelio Ortúzar.
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