La Teja

Agarrada de Dios

- Silvia Coto silvia.coto@lateja.cr

El 16 de setiembre recién pasado, la comunidad de Caballo Blanco, en Cartago, se llenó de luto por la muerte de siete miembros de una familia en un choque.

En la misma fecha, pero tres años atrás y también en la noche, una mujer perdió a su esposo y a su hijo en Guácimo, Limón.

Shirley Molina es la única sobrevivie­nte del accidente del 2017 y el 16 de setiembre de este año vio en las noticias y en redes sociales lo del choque de una patrulla y una vanette en Cartago. Eso la hizo sentir muy mal y triste.

En Cartago falleciero­n Rafael Ángel Delgado, de 70 años; sus tres hijas: Karol Delgado Segura, de 43 años; Yorleny Delgado Segura, de 32, y Cinthya Delgado Segura, de 30. Además falleció el hijo de Karol, Kevin Morales Delgado, de 13 años, y dos nietos más de don Rafael: Jimena Delgado Ortega, de 16 años y su hermanito Arturo, de 11 años.

La vida de Shirley cambió radicalmen­te hace tres años. Ella vivía en Guácimo con su esposo Asdrúbal Jiménez Quirós, de 32 años, y su hijo Alex, de apenas 6 añitos.

Cuando ocurrió el accidente regresaban de una salida a comer.

“Sinceramen­te no logro recordar bien lo que pasó. Parece que Asdrúbal se brincó un alto y venía un taxi, yo quedé inconscien­te de inmediato”, describe.

Según los registros de aquella fecha, el choque fue a las 11:15 p.m. y 75 metros al norte de la antigua delegación de la Fuerza Pública, en el centro de Guácimo.

Fue en un alto poco visible para los choferes porque estaba cerca de una tapia. El choque pro - vocó que el carro de la familia se fuera contra un poste y después quedara sobre un hidrante.

Asdrúbal, quien era trailero, salió expulsado; Alex falleció dentro del vehículo y Shirley quedó prensada.

Muy grave. Cuenta Shirley que a ella la llevaron primero al Hospital de Guápiles y después, en vista de su gravedad, fue necesario el cambio al Calderón Guardia.

“Pasé cuatro días inconscien­te con una perforació­n de pulmón y del bazo. Tenía inflamado el cerebro, me iban a hacer un drenaje, pero al final como reaccioné no lo hicieron. Estuve en la Unidad de Cuidados Intensivos, mi mamá vive en Upala y viajaba para verme, mi pronóstico era reservado”, cuenta.

En el hospital Shirley preguntaba por su hijo, pero nadie le daba respuestas.

“Yo estaba como desorienta­da, había tenido antes un accidente en el brazo y pensaba que estaba en el hospital otra vez por eso. Pero uno o dos días después de que desperté los psicólogos me dijeron que los dos se me habían muerto. No puedo explicar lo que yo sentí, mi mamá ya había sacado los cuerpos de la morgue y los habían enterrado”.

Hasta hace poco Shirley vio una foto de su hijo cuando ocurrió el accidente. Una hermana suya la tenía.

“Lo que viví no se lo deseo a nadie. Uno quisiera que ninguna persona pase por este dolor, pero yo soy testigo de Jehová y Dios con la fe me ha permitido salir adelante. Puedo decir que solo de la mano de Dios he logrado seguir viviendo, porque solo Él sabe los propósitos de las cosas que pasan, en Él está mi fortaleza”, dijo.

“Shir”, como le dicen de cariño familiares y allegados, asegura que en la cita bíblica Isaías 41:10 ha encontrado mucha paz. La cita dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

En batalla. Durante cinco meses luchó para recuperars­e y asegura que no cayó en la depresión porque empezó a hacer ejercicios y a comer bien; claro, reconoce que debió cambiar aspectos de su mentalidad pues su parte emocional se vio muy afectada.

“No puedo decir que la herida que tengo por dentro no sangra, pero uno trata de verse fuerte, fueron tiempos muy duros porque antes del accidente, el 25 de diciembre del 2016 perdí a mi bebé, murió al nacer porque traía el cordón umbilical enrollado en el cuellito”, recordó.

Confiesa que era una madre sobreprote­ctora y que ni siquiera dejaba al pequeño Alex salir a jugar para evitar que le pasara algo malo.

Shirley vive hoy en San Carlos y cuenta que cuando oye algo de Guácimo le da mucha tristeza recordar lo que pasó y le ocurre lo mismo cuando sabe de accidentes en los cuales mujeres perdieron hijos, esposos u otros familiares.

“Todas las cositas de mi hijo las regalamos para que otros niños las aprovechar­an. Mi mamá sacó todo de mi casa y después me preguntó. El 31 de julio él hubiera cumplido nueve años, nosotros no celebramos los cumpleaños, pero siempre pienso cómo estaría ahorita y en todo eso”, dijo.

Shirley volvió a casarse y asegura que su hija de 16 años es el motor de su vida.

“Hay muchas personas que están pasando una situación tan dura y tan dolorosa como perder a un ser amado ya sea por un accidente o por lo que sea, una enfermedad... a mí solo Jehová Dios me ha dado fortaleza, valentía y el aguante para enfrentar una situación como perder a mi hijo y a mi esposo. Dios está conmigo siempre”, afirma.

Shirley nos contó que le encantaría obtener una beca que le permita terminar el sexto grado y seguir estudiando; si alguna persona o institució­n educativa quisiera ayudarla, puede encontrarl­a en el 8669- 0713.

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Asdrúbal Jiménez Quirós tenía 32 años.
Hace tres años se vivió esta terrible escena.
CORTESÍA REINER MONTERO A Alex le encantaba jugar con su peluchito de Elmo. Asdrúbal Jiménez Quirós tenía 32 años. Hace tres años se vivió esta terrible escena.
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CORTESÍA Shirley asegura que solo Dios le ha dado fuerzas para continuar.

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