La Teja

Tesoros dan fuerza

- El matrimonio acostumbra­ba mandarse cartas Emily es el regalo más hermoso que le dejó Jeffry a Hellen. GRACIELA SOLÍS ✦ ALEJANDRA PORTUGUEZ MORALES alejandra.portuguez@lateja.cr

La compañía incondicio­nal de su hija Emily Daniela y una cajita de metal son el mayor tesoro para la policía Hellen Rojas Herrera.

A Rojas la vida de un solo golpe le enseñó a ser más fuerte, luego de que su esposo Jeffrey Fernando Barboza Sandí, también oficial del Ministerio de SeguridadP­ública, muriera enun accidente de tránsito mientras andaba patrulland­o.

Barboza, a quien de cariño le decían Suri por correr tanto y ser delgado como las suricatas, murióla nochedel lunes 8 de setiembre del 2014, al caer en un guindo de 80 metros, en La Cruz de Guaitil de Acosta.

A Hellen le avisaron cerca de la medianoche, ese día sintió que el mundo se le vino encima, apenas tenía 6 años de casada con Jeffrey, tenían planes a futuro, como el ver crecer y darle lo mejor a Emily, quien tenía apenas cinco añitos.

En la patrulla en la que andaba Jeffrey el día del accidente también viajaba la oficial Grettel Fonseca, quien logró sobrevivir a los fuertes golpes.

Para ese entonces ellos también vivían en Acosta, añoraban con pasarse a vivir a Palmares, en Alajuela, de donde es oriunda Rojas.

Luego de la muerte de Suri, no hubo otra opción que ser valiente, luchar para lograr las metas que tenía con su marido, pero ahora las cumpliría con Emily.

Cajita llena de amor. Rojas tenía una caja de metal en la que Jeffrey le había regalado chocolates, la agarró y guardó todos los detalles que ambos compartier­on. En esta cajita hay desde cartas, detalles como una piedra grabada con el nombre de ellos y tarjetas que Emily le regaló a Suri para el Día del Padre.

La mujer afirmaque cadavez que puede se sienta a ver que hay dentro de la caja y recuerda to- do lo que vivió con Suri, además, le cuenta a su hija lo mucho que se amaron. Asegura que es invaluable el tesoro que almacena.

Al sacar cada una de las cosas que hay en la caja, Hellen le cuenta a su hija la historia de como se conocieron y creció el amor en ellos.

“Nosotros nos conocimos en la Escuela de Policía, creo que fue amor a primera vista, siempre nos mantuvimos en comunicaci­ón y hay una piedra que fue el primer regalo que me dio, también tengo cartas; conservar esos detalles me alegran porque ya casi no se dan en las parejas”, manifestó la mujer.

Cuando ocurrió el accidente, la pareja planeaba quedar embarazada y tener un segundo hijo.

Cumpliendo metas. Emiliy recuerda que su papá de cariño le decía Nena, ese año le había prometido ser quien la llevaba a la fiesta del niño en la escuela; sin embargo, la vida no alcanzó y la pequeña reclamaba que su papá le había hecho una promesa.

“Me preguntaba por qué no se podía si mi papá me dijo que me llevaría, aún recuerdo que reclamaba por eso”, expresó la niña, quien actualment­e está en tercer grado de la escuela.

Después de la muerte de

Jeffrey, madre e hija solo aguantaron cuatro meses en Acosta y luego decidieron irse a vivir a Palmares.

“Comenzamos de cero, pero con él en nuestro pensamient­o, juntas hemos ido logrando esas metas que en un principio eran de él y mías, nosotros queríamos vivir en esta zona, aquí estamos, soñábamos con un carro de agencia y ya lo tenemos, todavía nos faltan otras, pero vamos poco a poco”, expresó la valiente.

Ambas mencionan que nada ni nadie reemplazar­á el gran amor que le tienen a Jeffrey, incluso él, antes de partir de este mundo les enseñó que se debe ser noble.

“Jeffrey era una persona que siempre andaba sonriendo, buscaba lo positivo de la vida y siempre decía ‘todo va a estar bien’, entonces, cuando me siento triste o algo no sale como lo planeaba recuerdo su frase y es la que le digo a mi hija”, mencionó Hellen.

Legado de amor. Dos meses antes de morir, Jeffrey se esforzó y sacrificó sus días libres para construir junto a otros policías una casa para una humilde familia de Acosta, este hogar siempre está presente en la mente de madre e hija y una vez la visitaron para darles unos regalos. Jeffrey era tan bueno que ya había identifica­do a dos hermanas viejitas que no vivían en las condicione­s aptas y ya se estaba organizand­o para echarles una manita cuando ocurrió el accidente. Debido al gran corazón de Jeffrey y por haber perdido la vida cumpliendo con su deber, su esposa e hija recibieron un reconocimi­ento póstumo al ascenderlo como capitán, su nombre también está en una placa en el Ministerio de Seguridad, donde están todos los policías que han fallecido en labores desde 1986.

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G. SOLIS La cajita es muestra de lo especial que era Jeffry.
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ARCHIVO GN Así quedó la patrulla en la que iba Jeffrey después de caer en un guindo en Acosta.
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Jeffry Barboza, tenía 10 años de trabajar como policía.

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