“Pensé que iba amorir”
Rigoberto Pérez Naranjo asegura que volvió a nacer el día que asaltaron el Banco Nacional de Costa Rica en Jacó.
En ese entonces, él era guarda en esa entidad y recibió siete balazos por parte de los delincuentes.
El valiente estuvo incapacitado más de un mes ya que las heridas que sufrió lo dejaron al borde de la muerte. El guarda recibió balazos en el estómago, el costado derecho y la pierna izquierda.
Los proyectiles le causaron al hombre un debilitamiento en la pared abdominal, pero superó la crisis y también el trauma.
Rigoberto contó que durante un tiempo el Banco Nacional de Jacó mantuvo dos guardas de seguridad en la puerta de la sucursal, uno adentro y otro afuera, sin embargo, la empresa Delta, que le daba seguridad a la agencia bancaria decidió dejar solo un vigilante poco antes del atraco.
“Como estaba solo, mantenía la puerta cerrada y con llave. Cuando llegaba un cliente le abría la puerta y lo revisaba cuando entraba”, recordó.
“El día del robo estaba a punto de irme a almorzar cuando oí unos balazos; me asomé y vi a unos hombres que volaban bala a diestra y siniestra con dos AK-47. Yo traté de apartarme del ventanal, pero en eso sentí un balazo en el estómago”, agregó.
El guarda cayó al suelo y cuando creía que las cosas no podían estar peor, los asaltantes entraron y lo amenazaron.
“Uno de ellos me puso el arma en la sien. Otro se fue de una vez con el gerente a tratar de abrir la bóveda, pero no pudieron.
“Ellos le dispararon en el pecho a uno de los clientes que estaba a la par mía. En ese momento pensé que iba a morir y me encomendé a Dios”, expresó. Rigoberto dice que no le gusta mucho hablar de todo lo que vivió en el asalto, ya que fue una situación en la que su vida estuvo en riesgo. Él ahora trabaja como encargado de carpintería y mantenimiento en una finca en Orotina y dice que a diario trata de olvidar el trago amargo que vivió en el banco.