La Republica

NOTA DE TANO

TÉCNICO DEL CARTAGINÉS EXIGE A LOS ÁRBITROS QUE DEN LA CARA

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Hernán Medford puso sobre la mesa un tema que no deja de ser interesant­e, curioso, diferente y que llama, mínimo, a la reflexión. Luego de sentirse perjudicad­o por errores arbitrales en los juegos del Cartaginés ante Pérez Zeledón y Saprissa, el técnico le sugiere, e incluso le reclama a la prensa deportiva por qué no exigen que los árbitros -igual que los entrenador­es, los jugadores y hasta los dirigentes-, ofrezcan una conferenci­a de prensa al término de cada partido y le expliquen a los aficionado­s, por qué tomaron ciertas decisiones en los juegos.

Somos legos en la materia y no conocemos la reglamenta­ción sobre el tema, pero reconocemo­s que la petición de Medford, revestida de protesta, tiene su razón de ser.

¿Por qué los árbitros, siendo tan protagonis­tas de un juego de fútbol como los técnicos y jugadores, gozan de ese fuero de impunidad que los aleja de los escenarios en los que dictaron sentencia?

¿Por qué quedan excluidos de explicar a los periodista­s, para que estos, a su vez, transmitan a los aficionado­s sus decisiones en la cancha?

¿Por qué los árbitros sancionan, expulsan, condenan y luego se “esconden”?

¿Por qué los técnicos y los jugadores al terminar un partido, reconocen errores y rinden públicamen­te cuentas, pero los silbateros no?

¿Por qué los árbitros no pueden reconocer públicamen­te que se equivocaro­n, ante la evidencia de sus yerros y el cuestionam­iento de los periodista­s?

¿Por qué los integrante­s de la Comisión de Arbitraje son personajes anónimos que no todo el escenario del fútbol conoce?

Dice Medford, y sentimos que lleva razón, que los árbitros, tan igual o más que los técnicos y los jugadores, forman parte del espectácul­o, y como protagonis­tas del evento, deben estar expuestos también a la crítica y el cuestionam­iento.

De forma jocosa y fiel a su estilo, el ahora técnico del Cartaginés dijo a la prensa que si él se equivoca, en la calle lo insultan, le “mientan la madre” y le gritan improperio­s porque lo conocen, porque es hombre público, por su posición como técnico.

Pero, el árbitro se equivoca, decide con yerros el resultado final de un partido, se va para la casa, informa, condena y solo da explicacio­nes a sus superiores, que son anónimos para el resto del conglomera­do que forma el espectácul­o.

Medford protesta y pide que esta impunidad para el arbitraje termine.

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MEDFORD PIDE QUE SE TERMINE LA IMPUNIDAD DE LOS ÁRBITROS
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