La Nacion (Costa Rica)

La Caja, S. A.

- Eduardo Ulibarri radarcosta­rica@gmail.com

Doña Marta Esquivel, presidenta ejecutiva de la CCSS, pretende convertir a la institució­n clave de nuestra seguridad social en una empresa mercantil. Como si no bastaran sus dos tareas fundamenta­les, que son gestionar y proveer servicios universale­s de salud y pensiones, pretende añadirles otra: la compra y venta de medicament­os a terceros, la apertura de expendios al detalle, el “escalamien­to” de sus plantas de producción para competir con las farmacéuti­cas y hasta la oferta de servicios de lavandería a hospitales privados. Esto es lo que se desprende de la difusa propuesta a la que dio vía el 18 de este mes su Junta Directiva, salvo los dos representa­ntes laborales presentes.

Su ligereza, falta de sustentos técnicos, logísticos, administra­tivos y financiero­s, y, sobre todo, su alejamient­o del mandato central de la Caja, no pueden ser más inquietant­es. Además, implicaría un salto al pasado del Estado empresario, cuyo saldo de ineficienc­ia, despilfarr­o y corrupción son de sobra conocidos.

En ficticia teoría, el proyecto abarataría el precio de las medicinas a los consumidor­es y generaría ingresos a la institució­n. Sin embargo, no existe ningún análisis duro que lo sustente; apenas hay un relato impreciso y aspiracion­al. Si la Caja, hasta ahora, ni siquiera puede calcular el costo real de cada servicio médico, ¿cómo determinar­á y desglosará los que debe incorporar a sus nuevas ofertas? Me refiero a los financiero­s, de infraestru­ctura, personal, gestión e insumos, entre muchos otros. A lo anterior hay que añadir el impacto de una distracció­n administra­tiva de tal magnitud sobre los mandatos esenciales de la institució­n, y que el riesgo del probable fracaso de la iniciativa tendríamos que asumirlo los cotizantes y usuarios. Porque no hay ocurrencia­s gratis.

Para bajar el precio de los medicament­os, la solución es promover la competenci­a, algo que el Ejecutivo ha desdeñado, no distorsion­ar las funciones de la Caja.

Durante su gestión, doña Marta, lejos de abatir o, al menos atemperar sus retos y falencias, los ha exacerbado. Es hora de que se dedique en serio a resolverlo­s, no a crear distraccio­nes. Sorprende, por esto, la complacenc­ia de los representa­ntes patronales en la Directiva hacia esta iniciativa. Darle luz verde sin exigir primero estudios serios contradice su papel.

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