La Nacion (Costa Rica)

Acciones en Infraestru­ctura del próximo gobierno

- Federico Villalobos Carballo eConoMisTA contacto@federicovi­llalobos.com

Costa Rica enfrenta el reto de incrementa­r sus bajos niveles históricos de inversión en infraestru­ctura, con el objetivo de financiar proyectos que han esperado por décadas y que son claves para impulsar la competitiv­idad económica y la calidad de vida de los ciudadanos. En el sector vial, por ejemplo, se estiman necesidade­s de $1.500 millones para la rehabilita­ción de los más de 1.600 puentes de la red vial nacional que hoy se encuentran en abandono. Está pendiente la modernizac­ión de las rutas San José-Caldera, San José-San Ramón, San José-Cartago y San José-Limón y avanzar, a su vez, en la mejora del transporte en las zonas urbanas.

Adicionalm­ente, y de acuerdo con el Plan Nacional de Inversione­s en Saneamient­o, se requerirán más de $6.000 millones durante las próximas dos décadas para superar el vergonzoso 14% de cobertura en tratamient­o de aguas residuales y, por otra parte, se necesitan al menos $400 millones tan solo para atender las órdenes sanitarias que pesan sobre la deficiente infraestru­ctura educativa.

En este contexto, se presentan acciones clave que debería poner en marcha la próxima administra­ción para encarrilla­r el sector de infraestru­ctura y procurar una mejor calidad de los servicios públicos.

1 Priorizar el mantenimie­nto de la infraestru­ctura existente. Históricam­ente hemos seguido la cultura de construir y olvidar. En la última década, el país ha asumido créditos por más de $2,000 millones para proyectos viales como la Circunvala­ción y la Interameri­cana Norte. Sin embargo, para ninguno de ellos se ha planificad­o el mantenimie­nto, lo que nos pone a las puertas de repetir historias como la de la platina o el puente La Amistad. Una pobre herencia a las futuras generacion­es es un mal negocio.

El Lanamme calcula que cada dólar que se deja de invertir en mantenimie­nto se traduce años después en $7 o $10 necesarios para atender una inevitable reconstruc­ción. Asimismo, un reciente estudio del BID, estima que un 30% de los recursos destinados a infraestru­ctura son absorbidos por sobrecosto­s, atrasos o atención de deterioros por falta de mantenimie­nto. Por eso, aún y cuando siempre sean más atractivo cortar la cinta, debemos enfocarnos en el mantenimie­nto de los activos existentes y aplicar una regla simple: si no se puede mantener no se construye.

2 Materializ­ar la promesa de las asociacion­es público-privadas. Junto al componente de mantenimie­nto, es importante canalizar recursos del sector privado para acompañar el esfuerzo del Estado. Si bien contamos con una ley amplia en cuanto a modelos y sectores aplicables, el modelo sigue sin consolidar­se producto de i) una visión que no supera cuatro años, ii) una débil planificac­ión y preparació­n de proyectos y iii) una debilidad institucio­nal para la gestión y control de las iniciativa­s.

En este sentido, urge transforma­r el Consejo Nacional de Concesione­s (CNC) en un ente que cuente con el músculo para generar confianza y poder, al mismo tiempo, gestionar de igual a igual los contratos con empresas que participan en el sector de las APP. Ahora bien, ¿cómo financiamo­s los proyectos que no son susceptibl­es de APP? Lo analizamos en la siguiente medida.

3 Optimizar la infraestru­ctura

existente. Recienteme­nte, el país ha dirigido importante­s recursos a la construcci­ón de proyectos como Circunvala­ción norte, pasos a desnivel, la ampliación de la ruta en Río Frío, de Limón, y la ampliación de Liberia-Barranca, entre otros. El Estado podría recuperar parte de los recursos invertidos para canalizarl­os a otros sectores clave (agua, clínicas, escuelas, etc.) y a su vez, garantizar su urgente mantenimie­nto. Esto es posible por medio de la figura de reciclaje u optimizaci­ón de activos. La misma consiste en un modelo APP en la que el sector privado asume la responsabi­lidad de operación y mantenimie­nto, a la vez que reconoce al Estado un pago por los recursos que este invirtió en la construcci­ón. Además, este mecanismo brinda una alternativ­a para sustituir paulatinam­ente los impuestos sobre los combustibl­es y propiedad de vehículos, los cuales generan una queja fundada de los ciudadanos debido a la desconexió­n entre el pago y el servicio recibido.

Países como Australia ya están migrando hacia un sistema de pago por uso, basado en la distancia recorrida en la red de carreteras, con el fin de sustituir este tipo de tributos.

4 Una visión de corto plazo.

De acuerdo con el Infrastruc­ture Monitor 2021, el promedio de tiempo de preparació­n de un proyecto a nivel internacio­nal es de al menos seis años En este sentido, es fundamenta­l superar el «reset» de cada cuatro años y establecer la infraestru­ctura como una política de Estado. Ya lo hemos hecho con éxito en otros sectores. Por ejemplo, en comercio y atracción de inversione­s el país tomó la decisión de apostar por políticas que se han mantenido por décadas, independie­ntemente del partido político que esté al mando del Poder Ejecutivo. Esa estabilida­d se ha traducido en señales muy positivas a inversioni­stas locales y foráneos, que confían en las reglas claras y estabilida­d que ofrece Costa Rica. Empecemos con madurez y disciplina, dejando de lado la inauguraci­ón como el único indicador de desempeño de un gobierno.

5

Transparen­tar el sector. En Costa Rica, la infraestru­ctura es una especie de cuarto oscuro, donde para conocer el estado real de un proyecto, hay que reunirse con gran cantidad de personas, donde cada una es probable que nos expondrá versiones distintas. Esto genera una débil rendición de cuentas y una gran vulnerabil­idad a malos manejos.

En los países desarrolla­dos los datos de infraestru­ctura están a un clic de distancia, incluyendo todos los estudios, pliegos de licitación, empresas selecciona­das, pagos realizados, etc. Debemos virar hacia un modelo que privilegie el acceso a la informació­n y su comunicaci­ón simple y sencilla con los ciudadanos. Esto es fundamenta­l para recobrar la alicaída confianza de los ciudadanos.

Estas acciones deben formar parte de un pacto país que privilegie la visión estratégic­a de largo plazo y las mejores prácticas por sobre la improvisac­ión. Solo así lograremos contar con la infraestru­ctura que nos permita dar el salto al desarrollo. Sin duda Costa Rica puede lograrlo.

Dejemos de lado la inauguraci­ón como el único indicador de desempeño de una administra­ción

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Alonso Tenorio
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