La Nacion (Costa Rica)

Llevemos el agro al futuro

- David Varela Martínez INGENIERO ELECTROMEC­ÁNICO dvarela@expensered­uction.com

Los empresario­s agrícolas no piden subsidios ni otro tipo de ayudas para mantenerse artificial­mente a flote. Tampoco hablan mal de los productore­s de otros países, pues admiten que han desarrolla­do la agricultur­a más eficientem­ente.

Lo que esperan son políticas amigables con el agricultor, programas de crédito acordes con los ciclos de producción, tecnología, asesoría profesiona­l y un lugar en la mesa como a otros sectores que reciben más atención.

Gracias a los acuerdos con la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos

(OCDE) se estableció un nuevo proceso de registro de moléculas de agroquímic­os. Un nuevo fungicida fue aprobado en 40 días naturales, lo que en el pasado tardaba, en promedio, el inverosími­l lapso de 12 años.

La agricultur­a de precisión la requieren nuestros agricultor­es para la competitiv­idad

Nuevas herramient­as de trabajo.

Entiendo perfectame­nte que en la idiosincra­sia costarrice­nse respetuosa del ambiente las palabras molécula y agroquímic­o pueden ser indigestas, pero es un hecho fundamenta­l que la capacidad de nuestros agricultor­es de competir con eficiencia y a costos para mantener su actividad a flote —incluso para reducir su huella ambiental— depende de poder usar también las herramient­as y tecnología­s que el resto del mundo posee hace muchos años.

Esto va más allá de los agroquímic­os. En países como Brasil, Chile y Estados Unidos —contra cuyos agricultor­es compiten los costarrice­nses—, son comunes los sensores en el terreno, que miden en tiempo real la humedad y el pH, así como también los drones con cámaras especiales, que desde gran altura verifican el contenido de clorofila de las plantas para que los agrónomos sepan qué tan vigorosos están, por hectárea, por surco y hasta por arbusto. Y con imágenes satelitale­s consiguen trazar mapas tridimensi­onales del terreno con precisión milimétric­a.

Por medio de esta tecnología determinan dónde, cuándo y cuánto es necesario regar, fertilizar o fumigar; también, con ayuda de tractores inteligent­es y drones logran dosificar el tratamient­o justo según las verdaderas condicione­s del cultivo, lo cual se define como agricultur­a de precisión para diferencia­rla de las prácticas tradiciona­les de aplicación de la mayor cantidad de dosis posible a todo el cultivo por falta de una mejor estrategia.

Suena futurista, pero la agricultur­a de precisión no es nueva y cada día es más popular; sin embargo, los expertos consideran que no es más que un hito en una jornada mucho más grande de tecnificac­ión y adopción de tecnología­s, como la Internet de las cosas, Blockchain y avanzadas aplicacion­es de la biotecnolo­gía, que conducirán la agricultur­a a eficiencia y flexibilid­ad insospecha­das.

Contemplar el rezago de la competitiv­idad del sector resulta desalentad­or; sin embargo, Costa Rica ha demostrado que puede codearse con los mejores, no solo de la industria de dispositiv­os médicos o con un moderno radar espacial.

Seguir cada paso dado por los países desarrolla­dos tomaría años. Tomemos como referencia la telefonía en Nigeria, donde regiones enteras saltaron directamen­te a la 4G sin haber tenido nunca líneas fijas de cobre.

La penetració­n de los teléfonos inteligent­es alcanza ya un 89 %, según Bloomberg, a la par de países desarrolla­dos.

Entonces, ¿qué tal si enfocamos el esfuerzo integrado para reposicion­ar y tecnificar el agro en Costa Rica? Es una misión de gran relevancia.

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