Fallas vacunales bajan efectividad de dosis en algunas personas
››Edad, estilo de vida y algunos males afectan generación de defensas
Las vacunas no son milagrosas ni de acción inmediata, pero son una herramienta vital para combatir la pandemia de la covid-19.
Sin embargo, no todas las personas que reciben las dosis quedan protegidas. Hay quienes tienen factores que les impiden llegar a esa condición; estas son las llamadas fallas vacunales.
Con la ayuda de especialistas y con base en estudios publicados sobre el tema, La Nación exploró las circunstancias que pueden mediar para que una persona, aún con su esquema de vacunación completo, desarrolle síntomas de la enfermedad.
Las explicaciones pueden estar en la misma vacuna, en las características del receptor o en el ambiente en el cual se desenvuelve; incluso, podrían estar en la forma como se aplica el inyectable.
Las vacunas preparan las defensas del cuerpo para enfrentar al SARS-CoV-2, virus causante de la covid-19, en caso de que ingrese al organismo; de esta forma, se evitaría la enfermedad.
La pediatra infectóloga y especialista en vacunas María Luisa Ávila, explica que el producto de Pfizer y BioNTech funciona con una molécula llamada ARN mensajero que está envuelta en una capa de lípidos; al inyectarse en el músculo, esa capa se va degradando y libera un antígeno. Ese estímulo le permite al cuerpo generar defensas.
Hay dos tipos de defensas: uno son los anticuerpos y otro es la inmunidad celular (células que actúan como “soldados”). En caso de enfrentarse con el virus, tanto anticuerpos como células trabajarían para que este no se replique.
Roberto Arroba, coordinador nacional de Inmunizaciones y secretario de la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología (CNVE), aclaró que esta respuesta del cuerpo no es automática. Los anticuerpos toman tiempo en generarse y multiplicarse.
Por ello, se debe esperar de dos a tres semanas luego de la segunda dosis para considerar que se tiene protección contra el patógeno.
Factores propios. Hay aspectos que las personas no pueden controlar y podrían influir en la forma como el cuerpo responde al fármaco.
Esto no quiere decir que la vacuna no funcione; la efectividad debe verse como un espectro, en el que hay personas que, según sus características, pueden tener un umbral mayor o menor que otras.
Edad, sexo, raza y lugar de residencia podrían ser algunos condicionantes.
“La edad es importante. Conforme envejecemos, nuestro sistema inmunitario pierde fuerza. No es lo mismo como recibe una vacuna alguien de 80 años que alguien de 30”, aclaró Ávila.
Hay otras factores que podrían variar el nivel de efectividad en una persona; por ejemplo, si está con algún tipo de infección que en ese momento se desconozca, o la ingesta de algunos medicamentos.
También podría variar la efectividad en quien, por algún motivo, tiene su sistema inmunitario comprometido (personas con VIH o quienes fueron sometidos a un trasplante y deben tomar inmunosupresores). Ellos tendrían algún tipo de respuesta, pero sería menor a la de una persona saludable.
Por otra parte, hay aspectos que sí se pueden controlar. El estilo de vida también se ve reflejado en la forma en la que el organismo comienza a montar una respuesta inmunitaria.
La alimentación, el nivel de actividad física, si la persona fuma o no, si es obesa o no, o si sufre desnutrición, son factores que influyen.
“El estrés y el sueño interfieren con nuestro sistema inmune y, con esto, también en la forma en la que se responde a una vacuna”, precisó Ávila.
Arroba concuerda: “La vacuna podrá ser la misma, pero nosotros no somos iguales, nuestras características genéticas, de estilo de vida, de enfermedades crónicas, son diferentes y todo eso suma”.
Otros aspectos que pueden afectar están directamente relacionados con la vacuna y cómo se aplica.
Uno de ellos es la cadena de frío, que debe mantenerse de forma rigurosa; de lo contrario, ya no podría utilizarse el producto. Si falla, deben botarse todas las vacunas.
Otro elemento vital es el músculo donde se inyecta.
“Si usted la quiere en el glúteo, no se la van a poner ahí, porque no sirve”, advirtió la infectóloga.
La manipulación del inyectable también es vital; por eso mismo, el personal de salud es capacitado constantemente.
“No solo es meter una aguja. Eso lleva un montón de aspectos técnicos”, destacó.
No obstante, Ávila recalcó que en Costa Rica los funcionarios de salud sí están capacitados para aplicar este fármaco de manera correcta.