Cerebro puede ser un obstáculo para lograr metas de Año Nuevo
››Algunos errores pasan por plantear cosas muy ambiciosas y poco específicas
Bajar de peso, dejar de fumar, tomar menos licor, ahorrar más, retomar los estudios, comer mejor, hacer ejercicio, irse de viaje, cambiar de trabajo.
Es posible que su propósito para este 2020 sea muy similar a estos del párrafo anterior, son los que la misma ciencia ha detectado como los más comunes.
Sin embargo, ni la mitad de estos logran cumplirse, al punto de que hay quienes desistieron del todo de plantearse metas.
¿Por qué? Nuestro propio cerebro nos juega zancadillas para que nos quedemos en la zona de confort y no hagamos los cambios necesarios para alcanzar dichos objetivos. La buena noticia es que sí hay forma de domarlo para ponernos en camino hacia esos propósitos.
Selena Bartlett, una neurocientífica del Instituto de Salud e Innovación Biomédica de la Universidad Tecnológica de Queensland, en Australia, comenzó a estudiar el tema hace años.
“Solo el 8% de las personas logran cumplir todos los propósitos que se plantearon”, indicó Barlett en la información divulgada a los medios.
“Nuestras intenciones son nobles, no hay duda y en serio si nos proponemos esas metas es porque queremos cumplirlas, pero muchas veces nos presionamos en exceso a nosotros mismos. Todos queremos iniciar cumpliendo las metas, pero nuestro cerebro tiene otras ideas”, agregó.
Según la científica, no es raro que comencemos a sentir ansiedad, y, conforme los meses pasan, nos decepcionemos de nosotros mismos, de las circunstancias y eso puede desencadenar duelos.
“¿Qué sucede? Nuestro cerebro controla nuestro comportamiento de una manera que no ha cambiado desde los tiempos prehistóricos. Silenciosamente lleva nuestros pensamientos y acciones como si todavía fuéramos seres humanos que viven en condiciones primitivas y alimenta esa estabilidad de comportamiento, esa zona de confort.
”Entonces, cuando nuestro cerebro se estresa por nuevos retos, como sucede cuando nos proponemos algo para los siguientes 12 meses, va a buscar ese placer que da la zona de confort, y ahí es cuando comenzamos a romper nuestras promesas”, expresó Bartlett.
Por otra parte, un estudio de la Universidad Johns Hopkins, publicado en la revista Current Biology señala que, en este sentido, aplica la frase de que “el ser humano es un
animal de costumbres”.
”No nos percatamos de que nuestras experiencias pasadas nos moldean la atención hacia ciertas cosas. En el caso de las metas de Año Nuevo, hemos visto que comienzan a dejarse tiradas a mediados de febrero”, señaló Susan Courtney,
autora principal de dicho estudio.
Cerebro prehistórico.
Aunque en estas épocas no debemos preocuparnos por cazar nuestra comida hay un ambiente que puede resultar más estresante para la mente.
Las presiones del trabajo, las finanzas, el mantener una relación de pareja, la crianza de los hijos y otras responsabilidades provocan que el cuerpo libere sustancias como el cortisol –llamada popularmente la “hormona del estrés”–.
Si el tiempo pasa y el cortisol sigue liberándose, esto va reduciendo lentamente el número de sinapsis –forma de “comunicarse” de las neuronas– en el cerebro, lo que puede impactar en nuestro cerebro racional y reducir el control sobre los impulsos.
“Para contrarrestar el daño causado por las hormonas del estrés, esa parte primitiva y emocional de nuestro cerebro nos va a motivar a encontrar placer. Cuando experimentamos placer, nuestro cerebro más bien se llena de hormonas como la dopamina y serotonina y las endorfinas necesarias para impactar sobre el cortisol”, explicó Barlett.
¿Qué sucede entonces? Una de las formas más sencillas de encontrar placer es encasillarse en esa zona de confort. Por ejemplo, generará más placer quedarse sentando o acostado que ponerse las tenis para salir a caminar, aún cuando el ejercicio también genera endorfinas.
Errores al fijarse propósitos.
Hay otras razones que van más allá de nuestro cerebro a la hora de no cumplir con lo que nos proponemos al comenzar cada año.
Courtney y su equipo vieron que hay una serie de acciones a la hora de trazarnos las metas que ni “el cerebro mejor entrenado” podría cumplir.
La primera está relacionada con ponerse metas demasiado ambiciosas. Por ejemplo, correr una maratón o hacer un triatlón cuando la persona lleva años de ser sedentaria y no realiza actividad física de ninguna clase.
El segundo error está en trazarse demasiados propósitos. Según Courtney, hay quienes se trazan más de diez metas, lo ideal sería concentrarse en un máximo de tres.
El tercer fallo está en que somos poco específicos con esas metas. No basta decir “haré ejercicio”; es decir, “voy a salir a caminar cuando termine mi jornada laboral durante al menos 30 minutos”.
La cuarta acción equivocada es, hasta cierto punto, resultado de la tercera, y es no tener claro lo que nos propusimos. Para ello, lo ideal es ponerle una razón a cada propósito. Por ejemplo: “quiero ahorrar para poder hacer un viaje en diciembre”.
El quinto error es no tener un sistema que te respalde. Esto puede hacerse de varias formas. Por un lado, pueden tener a una persona que monitoree el proceso. Solo eso hace que se sienta un mayor compromiso, ya no solo se le debe dar cuentas a uno mismo, también a otra persona. Otra posibilidad es llevar anotadas las metas y los progresos.
Courtney cree que cada persona tiene sus formas de llegar a la meta. No todas son iguales y lo que le funciona a una no necesariamente lo haga con otra.
“Por eso debemos conocernos y saber qué nos sirve”, concluyó la experta.