Más interés y mano dura
El Ministerio de Educación (MEP) tiene un Departamento de Arquitectura dotado de un capital de millones y cuya misión es construir y reconstruir instituciones educativas, pero su labor es deficiente. Numerosas escuelas carecen de infraestructura adecuada. No se justifica que estudiantes reciban lecciones debajo de un árbol o en edificaciones prestadas.
La rica vocación del país por la educación es parte esencial de nuestra idiosincrasia.
Que cada pueblo pida primero una escuela no deja de ser un privilegio y un orgullo nacionales.
Por lo mismo, el MEP debe satisfacer cuantas demandas haya. Recuerdo momentos de mi vida profesional y cuanto más aprecio es haber sido cofundador y director de un colegio de primera y segunda enseñanza.
No deja de dolerme la existencia de estudiantes en malas instalaciones, a pesar del esfuerzo de sus padres y de ellos mismos.
Recuerdo también el coraje de un educador cuya escuela lo obligaba a tomar una lancha por un río caudaloso y habitar una casa con cerdos debajo. Cuando estos se levantaban al amanecer, alzaban el piso de
La educación pasa por mal momento, de la ministra depende una mejora a corto plazo
madera de la vivienda, el profesor se levantaba, los dueños le preparaban el desayuno, se presentaba a la su escuela e impartía lecciones a distintos grados.
Salía una vez al mes a retirar su salario. Omito su nombre porque ya murió. Joven, pero lleno de experiencia. Fue un educador insigne. Así, se ha forjado nuestro país. Ojalá el MEP ponga más interés en su tarea y también trate con mano dura a los estudiantes adoctrinados, infamemente, para cerrar centros educativos. La ministra de Educación no puede permitir la desviación punitiva.
Los ministerios y demás instituciones públicas no pueden actuar libremente, como se hace en el país, sino de acuerdo con la legislación que los rige y conforme con las indicaciones recibidas. Esta errónea conducta debe terminar si queremos una nación ordenada y eficiente.
Es muy lamentable torcer voluntades y propalar críticas negativas sin mayor fundamento, o aprovechar las redes sociales para desacreditar la estructura jurídica, política, económica y de negocios para destruir la vida democrática e instalar un régimen dictatorial.
Nos bastan los atropellos conocidos. Defendamos lo que tenemos. Sangre y lágrimas nos ha costado.