La Nacion (Costa Rica)

Universida­des de clase mundial

- Carlos Alberto López ESTUDIANTE clomonteal­egre@gmail.com

Costa Rica se está quedando atrás en la economía del conocimien­to, para la cual la tecnología de punta y el personal altamente calificado son requerimie­ntos esenciales para que el país sea competitiv­o.

La escasez de personal altamente calificado es nociva para una economía que pretende competir con países más desarrolla­dos. Costa Rica no puede seguir enaltecien­do las universida­des nacionales debido al rezago durante los últimos años en el ámbito internacio­nal de la educación terciaria. Por consiguien­te, le falta una buena dosis de humildad para identifica­r su verdadera posición en el contexto mundial y asimilar la realidad.

De acuerdo con el ranquin internacio­nal de la revista Times Higher Education del 2019, la Universida­d de Costa Rica, el único centro de estudios superiores incluido en la medición, está entre las posiciones 601 y 800 en una muestra de más de 1.250 del mundo. Los bajos niveles de enseñanza (15 %), investigac­ión (7,4 %), ingreso de la industria (34 %) y panorama internacio­nal (48,5 %) han cumplido un papel prepondera­nte en la decadente posición de una de las universida­des más prestigios­as de nuestro país.

No obstante, los costarrice­nses diferimos con los datos del ranquin de Times Higher Education. Un estudio realizado por la Escuela de Estadístic­a de la UCR muestra la diferencia entre el criterio nacional e internacio­nal: 81,2 % de los encuestado­s indicaron estar satisfecho­s con los aportes de la universida­d al país. El hecho de que la población se sienta satisfecha con su desempeño crea una escasez de ambiciosa visión para progresar y anima a la institució­n a funcionar como lo ha hecho en el pasado, lo cual genera una gran brecha con sus competidor­es internacio­nales.

No cabe duda de que las institucio­nes de educación universita­ria del país han ayudado a mejorar el nivel educativo de la población. Sin embargo, les falta avanzar en varios aspectos para capacitar a los trabajador­es costarrice­nses de manera que puedan ingresar al mercado con las habilidade­s necesarias para competir en el ámbito internacio­nal.

Para que Costa Rica entre a la economía del conocimien­to, es necesario desarrolla­r una universida­d de rango mundial. Este tipo de casas de estudio se caracteriz­an por sus profesores altamente calificado­s, la excelencia en la investigac­ión, la calidad de la enseñanza, las fuentes de inversión gubernamen­tales y no gubernamen­tales, la libertad académica, los estudiante­s sobresalie­ntes y, sobre todo, por la capacidad para generar trabajador­es de clase mundial.

Para llevar a cabo esta labor, debe ejecutarse alguna de dos estrategia­s básicas. La primera sería concentrar­se en mejorar un pequeño grupo de universida­des existentes que demuestren potencial para emerger más allá de nuestras fronteras. La segunda se basa en inducir una gama de institucio­nes existentes a que se acoplen y conviertan en una nueva universida­d que pueda lograr la concordanc­ia que correspond­e a una universida­d reconocida internacio­nalmente.

Una vez determinad­a cuál estrategia se utilizará, se deben tomar medidas complement­arias, tales como asistencia técnica, vinculació­n con universida­des en el extranjero que puedan proveer capacitaci­ones durante los primeros años de la institució­n y estudios para el diseño y los costos de inversión del proyecto.

La educación terciaria no solo es el instrument­o de Costa Rica para competir con los países más desarrolla­dos en la economía del conocimien­to, sino también la promotora de equidad y un hito de la cultura nacional. Por todo lo anterior, debemos asegurarno­s de mejorar las universida­des para procurar que el nivel de vida de las futuras generacion­es sea mejor y que el país no pierda la ambiciosa visión que promueve el progreso.

Costa Rica se está quedando atrás en la economía del conocimien­to

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