Universidades de clase mundial
Costa Rica se está quedando atrás en la economía del conocimiento, para la cual la tecnología de punta y el personal altamente calificado son requerimientos esenciales para que el país sea competitivo.
La escasez de personal altamente calificado es nociva para una economía que pretende competir con países más desarrollados. Costa Rica no puede seguir enalteciendo las universidades nacionales debido al rezago durante los últimos años en el ámbito internacional de la educación terciaria. Por consiguiente, le falta una buena dosis de humildad para identificar su verdadera posición en el contexto mundial y asimilar la realidad.
De acuerdo con el ranquin internacional de la revista Times Higher Education del 2019, la Universidad de Costa Rica, el único centro de estudios superiores incluido en la medición, está entre las posiciones 601 y 800 en una muestra de más de 1.250 del mundo. Los bajos niveles de enseñanza (15 %), investigación (7,4 %), ingreso de la industria (34 %) y panorama internacional (48,5 %) han cumplido un papel preponderante en la decadente posición de una de las universidades más prestigiosas de nuestro país.
No obstante, los costarricenses diferimos con los datos del ranquin de Times Higher Education. Un estudio realizado por la Escuela de Estadística de la UCR muestra la diferencia entre el criterio nacional e internacional: 81,2 % de los encuestados indicaron estar satisfechos con los aportes de la universidad al país. El hecho de que la población se sienta satisfecha con su desempeño crea una escasez de ambiciosa visión para progresar y anima a la institución a funcionar como lo ha hecho en el pasado, lo cual genera una gran brecha con sus competidores internacionales.
No cabe duda de que las instituciones de educación universitaria del país han ayudado a mejorar el nivel educativo de la población. Sin embargo, les falta avanzar en varios aspectos para capacitar a los trabajadores costarricenses de manera que puedan ingresar al mercado con las habilidades necesarias para competir en el ámbito internacional.
Para que Costa Rica entre a la economía del conocimiento, es necesario desarrollar una universidad de rango mundial. Este tipo de casas de estudio se caracterizan por sus profesores altamente calificados, la excelencia en la investigación, la calidad de la enseñanza, las fuentes de inversión gubernamentales y no gubernamentales, la libertad académica, los estudiantes sobresalientes y, sobre todo, por la capacidad para generar trabajadores de clase mundial.
Para llevar a cabo esta labor, debe ejecutarse alguna de dos estrategias básicas. La primera sería concentrarse en mejorar un pequeño grupo de universidades existentes que demuestren potencial para emerger más allá de nuestras fronteras. La segunda se basa en inducir una gama de instituciones existentes a que se acoplen y conviertan en una nueva universidad que pueda lograr la concordancia que corresponde a una universidad reconocida internacionalmente.
Una vez determinada cuál estrategia se utilizará, se deben tomar medidas complementarias, tales como asistencia técnica, vinculación con universidades en el extranjero que puedan proveer capacitaciones durante los primeros años de la institución y estudios para el diseño y los costos de inversión del proyecto.
La educación terciaria no solo es el instrumento de Costa Rica para competir con los países más desarrollados en la economía del conocimiento, sino también la promotora de equidad y un hito de la cultura nacional. Por todo lo anterior, debemos asegurarnos de mejorar las universidades para procurar que el nivel de vida de las futuras generaciones sea mejor y que el país no pierda la ambiciosa visión que promueve el progreso.
Costa Rica se está quedando atrás en la economía del conocimiento