La Nacion (Costa Rica)

Costa Rica en una etapa crucial

- Carlos Manuel Echeverría

Hemos pasado una etapa crucial en nuestra historia patria y en nuestras vidas. Si no es por la correcta interpreta­ción hecha por la Sala Constituci­onal con relación al paquete fiscal, privilegia­ndo el “bien estar” y el “bien ser” general como precondici­ón para el bienestar y bien ser individual­es, nos habríamos hundido.

Nuestra Asamblea Legislativ­a está asumiendo sus responsabi­lidades con seriedad y decisión. Si los diputados siguen por ese camino, se convertirá­n en los padres de la patria que deben ser.

La sociedad costarrice­nse, llegando casi a caer en el despeñader­o del desastre socioeconó­mico, político y hasta ambiental, ha aceptado con estoicismo el sacrificio que colectivam­ente habrá de hacer y que, por supuesto, debe incluir a quienes han venido o piensan evadir sus obligacion­es tributaria­s.

El gobierno se ha comportado a la altura y el presidente ha asumido la majestad del cargo que ejerce, como no lo he visto desde hace muchos años, con especial visión estratégic­a. Demostró valentía al enfrentars­e pacíficame­nte, pero de frente, a fatídicos elementos asociados al sindicalis­mo estatal, que debe revisarse a sí mismo y pedir ser disculpado por la ciudadanía con la promesa de que nunca más se darán actitudes como las vistas, tan contrarias a nuestros valores y tradicione­s. El gobierno no claudicó, tampoco el mandatario, lo que presagia un estadista en ciernes, que el país necesita a gritos.

La jornada para sanear el país, redimensio­nar el aparato estatal en toda su magnitud, incluyendo las municipali­dades y el Poder Judicial y el Legislativ­o, en función de lo deseable y posible, así como volverlo más eficiente, apenas comienza.

El Poder Judicial debe resolver varios juicios y vendrán otros por corrupción y males afines. Vienen propuestas legislativ­as clave que desencaden­arán posiblemen­te, de nuevo, protestas de empleados públicos; gentes buenas, la mayoría, pero algunas ignorantes de la naturaleza implacable de las leyes económicas; y otras, que todavía mantienen la mentalidad mágica del socialismo irreflexiv­o de antaño, ya superada por los socialista­s modernos, tipo Pepe Mujica, quienes reconocen la validez de la economía de mercado y apoyan el emprendimi­ento privado para producir eficiente y eficazment­e, concentran­do sus energías en generar una mejor distribuci­ón de lo producido.

Modelos.

Debemos aprender de países como Alemania y Corea de Sur, ambos profundame­nte democrátic­os y prósperos. Con el liderazgo del presidente actuando más como pastor de ovejas que como general, es imposterga­ble que en el futuro previsible se sienten todos los sectores relevantes en la vida nacional a visualizar un nuevo modelo de desarrollo, con una visión clara y compartida para fomentar el progreso para todos, reconocedo­r, además, del papel que Costa Rica debe desempeñar para coadyuvar al rescate de un mundo, una “villa global” que se autodestru­ye a pasos agigantado­s; un contrato social que nos comprometa a todos con todos y a todos con la patria y con el progreso sostenible hacia el desarrollo.

Son las celebracio­nes espiritual­es de la época y el recibir un nuevo año, fecha propicia para plantearse cada ciudadano ese compromiso, reflexiona­r, reconcilia­rnos socialment­e y empezar a ver el futuro con optimismo. Costa Rica es un país potente y no se ha detenido. Lo que necesita, cual nave voladora, es deshacerse del lastre que conspira contra su vuelo.

Para complement­ar este ensayo, recomiendo la lectura de los siguiente artículos, ambos se encuentra en Google: “Estrategia­s para vencer el corporativ­ismo”, de este servidor, y “La tontería del antiglobal­ismo”, de Leonardo Boff, que nos lleva al punto omega descrito por el filósofo Teilhard de Chardin en su maravillos­a obra El fenómeno humano.

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