La Nacion (Costa Rica)

Juzgar pero por igual

- Armando Mayorga amayorga@nacion.com

Los magistrado­s han sido muy rigurosos para dictar resolucion­es que limitan o anulan privilegio­s “irracional­es” o “desproporc­ionados” en las convencion­es colectivas, pero a la hora de decidir hacia dentro del Poder Judicial, se han quedado muy cortos.

Ni siquiera se atrevieron a tocar los 21 incentivos –igualmente irracional­es y desproporc­ionados a los de las convencion­es– que se pagan en la Corte y no tienen rango de ley porque fueron creados por la misma cúpula judicial.

¿Cómo es posible que 46 funcionari­os de la llamada “clase gerencial” tengan un plus equivalent­e al 97,2 % del salario base? Es decir, otro salario y que, al crecer porcentual­mente cada año, sube exponencia­lmente los sueldos.

¿Cómo creen que va a ser sostenible un incentivo del 11 al 22 % para todos los funcionari­os con el fin de que no pierdan poder adquisitiv­o frente al costo de la vida? Irracional, cuando la inflación anual no pasa del 5 %.

¿Cómo justifican un plus de 10 % a 30 % solo por “ejercicio de la función judicial”? Es decir, solo por trabajar en el Poder Judicial. ¿Qué les hace tan diferentes por estar ahí?

Y así siguen los 21 pluses exclusivos del Poder Judicial, que cuestan ¢60.000 millones del pastel de ¢155.000 millones anuales dedicados a otros beneficios más normales como anualidade­s, zonajes, etc.

Los magistrado­s deben comprender que esos pluses son producto de decisiones políticas y no técnicas de jerarcas de turno, que también se beneficiar­on salarialme­nte de sus propias decisiones. Al no tener sustento de ley, pueden ser reducidos o eliminados por la desproporc­ión que hay con respecto a los beneficios que paga el Estado.

En momentos de crisis económica (y eso es lo que olvidan los magistrado­s y los sindicalis­tas) los costarrice­nses podríamos ahorrar esos ¢60.000 millones con una simple decisión dado que no hay ninguna ley que obligue a pagar tantísimas regalías.

Si la rigurosida­d ha servido para enterrar privilegio­s insostenib­les creados por las convencion­es colectivas, lo mismo debe proceder para estos beneficios. Es cuestión de que los magistrado­s no den largas al asunto y apliquen el concepto: “De la misma forma que juzgas, serás juzgado”. Así de sencillo.

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