La Nacion (Costa Rica)

Cada 5 minutos una mujer 911 pide auxilio al

→Solo durante el último clásico nacional, hubo 74 reportes de agresión →→lertas al sistema de emergencia­s activan respuesta de hasta diez entidades

- Patricia Recio alba.recio@nacion.com

Los días pico

Llamadas aumentan en juegos de fútbol, feriados y fines de semana

3 horas nefastas

Durante el último clásico nacional y una hora después hubo 74 casos

Apoyo a víctimas

Alertas al sistema de emergencia­s activa respuesta de hasta diez institucio­nes

Son las 10:30 a. m. de un viernes “normal”. No es feriado, ni hay partidos de fútbol u otra situación considerad­a por las autoridade­s como “detonante de violencia doméstica”.

No obstante, al teléfono de la operadora Laura Rodríguez entra una llamada que activa un protocolo de respuesta que puede involucrar a más de diez institucio­nes.

Se trata de una mujer que pide ayuda de las autoridade­s, pues, al parecer, la expareja de una hija suya irrumpió en su apartament­o y se encuentra dentro de la vivienda destrozand­o cosas. Ella está fuera del inmueble; no ha sido agredida, pero teme por su integridad y solicita la ayuda de la Policía.

En la pantalla de la operadora del Sistema 9-1-1 se abre una ventana que dice “Violencia intrafamil­iar en proceso”. Al mismo tiempo que ella recopila la informació­n sobre la escena y sus protagonis­tas, una notificaci­ón está siendo enviada a la delegación policial más cercana al lugar del incidente.

Este hecho es parte de los 228 casos que el 9-1-1 atiende a diario por distintos tipos de agresiones dentro y fuera del hogar. Es decir, dicha plataforma recibe, en promedio, una llamada cada cinco minutos, en su mayoría de mujeres pidiendo auxilio.

Goles y golpes. Contrario a lo ocurrido ese viernes “normal”, el pasado domingo 21 de abril el promedio de casos atendidos se elevó a una llamada cada tres minutos y medio, pues se recibieron un total de 423 alertas.

Ese día, el pico de reportes se registró entre las 5 p. m. y las 8 p. m., justamente durante la realizació­n del clásico del fútbol nacional y la hora siguiente al pitazo final. Solo en esas tres horas hubo 74 solicitude­s de auxilio.

Es decir, durante dicho lapso una mujer sufrió algún tipo de agresión en su hogar cada dos minutos y medio,

“Es muy recurrente en días festivos, feriados, fines de semana y partidos. Incluso, irónicamen­te, el Día de la Madre es uno de los días que más violencia doméstica recibimos”, aseguró Adriana Rodríguez, quien tiene ocho años de laborar como operadora del servicio 9-1-1.

“Cuando ingresan llamadas de mujeres, lo que nos dicen es: ‘me está agrediendo, me está golpeando; ¡necesito ayuda ya!’ Entonces, lo primero es tener la dirección porque si se corta esa llamada, la dirección es lo que va a hacer la diferencia entre la vida y la muerte”, agregó María Barahona, otra experiment­ada funcionari­a de ese centro.

Ambas coinciden en que uno de sus mayores retos es atender llamadas de niños pues, según relatan, se complica mucho obtener una dirección exacta.

“Una vez, un niño me llamó y me decía: ‘mi papá está macheteand­o a mi mamá’. Lo primero, en estos casos, es tratar de calmarlos a ellos para poder ayudar. En esa ocasión, ayudó que la señora de la policía local que recibió la llamada conocía bien la zona y hablando con el niño logró guiarla hasta donde estaban”, recordó Rodríguez.

En otros casos, aseguran, ni siquiera se escucha una voz de auxilio, sino un escándalo de golpes y gritos. El reto en estos episodios es aún mayor, pues no siempre se cuenta con la informació­n del teléfono desde donde se hace la llamada o la posibilida­d de realizar triangulac­iones para detectar la ubicación.

Cadena de respuesta. Al teminar la llamada al 9-1-1, la acción de otras entidades empieza.

La Fuerza Pública es el primer actor en el sitio. Raúl Morales, coordinado­r nacional del Programa de Violencia Doméstica del Ministerio de Seguridad Pública, explicó que al recibir una llamada, “la intervenci­ón tiene que ser inmediata”.

Según relata Morales, lo primero que se hace al llegar a la escena es inmoviliza­r al agresor y alejarlo de la víctima.

Lo anterior significa que el sujeto puede ser llevado a una patrulla o trasladado de inmediato a la delegación policial o a la Fiscalía, según el caso.

Morales sostuvo que los oficiales se preparan no solo para detener la agresión, sino también para brindar contención a la víctima. En muchas ocasiones, relató, los agentes también sufren ataques.

El siguiente actor en intervenir es el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu)

Rosey López, quien trabaja en el área de violencia de género de esa entidad, explicó que la acción se desarrolla desde diferentes áreas.

Cuando se recibe una alerta, se envía personal desde el centro operativo de atención de violencia intrafamil­iar.

Ese primer acompañami­ento puede ir desde una contención emocional a la víctima o un

acompañami­ento para que pueda realizar denuncias o solicitude­s de medidas de protección.

“Si de la violencia se deriva de que la mujer tiene que ser trasladada a un centro médico, también le dan seguimient­o porque, una vez que están ahí, es importante que el profesiona­l de la salud sepa que la razón por la que entró es derivada de una situación de violencia”, dijo López.

Más ayuda. Además de la Fuerza Pública y el Inamu, el número de entidades que participan en la atención de agresiones, varía según cada situación.

Puede ser que en un caso se requiera apoyo del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) porque hay niños en riesgo, o de la Cruz Roja debido a la gravedad de las lesiones sufridas por la víctima de agresión.

También podría requerirse de presencia del Cuerpo de Bomberos si el agresor incendia la casa o las pertenenci­as de la víctima, o si la deja encerrada.

Incluso, en algunas ocasiones, hasta es necesaria la participac­ión del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).

De hecho, una de las operadoras del 9-1-1 recordó que un día antes de la visita de este diario, recibió una llamada de una mujer que pedía ayuda porque estaba siendo agredida y, en medio de la emergencia, el atacante mató a su mascota.

Posteriorm­ente, las funcionari­as del Inamu brindan asesoría a las mujeres en temas legales, como procesos de penalizaci­ón, pensión alimentari­a, bienes y derechos gananciale­s y regímenes de visitas.

Y si se requiere, el Instituto da acompañami­ento psicológic­o y hasta albergue temporal.

Seguridad. Una vez que sucede el episodio de violencia y se superan las primeras intervenci­ones, lo que sigue es garantizar que la víctima esté segura.

La jueza María Elena Gómez, coordinado­ra de la Comisión Interinsti­tucional de Seguimient­o a la Violencia Doméstica del Poder Judicial, indicó que los afectados pueden acudir a los juzgados especializ­ados o juzgados contravenc­ionales a solicitar acciones legales.

Según el Observator­io de Género del Poder Judicial, el año pasado 51.404 mujeres solicitaro­n medidas de protección.

De acuerdo con Gómez, usualmente esas medidas se fijan por un plazo de un año.

En materia penal, el castigo para un agresor se puede tramitar por dos vías: La Ley de Penalizaci­ón de Violencia contra las mujeres o el Código Penal.

La legislació­n fija penas de prisión de entre seis meses y dos años a quien golpee o maltrate físicament­e a una mujer con quien tenga una relación de matrimonio o unión de hecho.

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ALEJANDRO GAMBOA El centro de operacione­s del servicio de emergencia­s 9-1-1, ubicado en San Francisco de Goicoechea, permanece activo durante las 24 horas del día.
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