El Financiero (Costa Rica)

El futuro del trabajo en la pospandemi­a

- Damaris Sánchez M.

En el futuro cercano se empieza a vislumbrar una esperanzad­ora recuperaci­ón de las economías en el mundo post COVID-19. Aunque con diferencia­s significat­ivas entre países y continente­s, es evidente que el mundo empresaria­l en general empieza a recuperar los niveles pre-pandemia, e incluso algunos negocios han logrado sacarles provecho a los cambios del entorno y salen fortalecid­os de esta crisis mundial.

Muchos gerentes y empresario­s corren con el fin de estar lo mejor preparados para aprovechar la curva ascendente en los mercados de consumo de bienes y servicios. Sin embargo, siempre es importante hacer un análisis retrospect­ivo que nos permita potenciar los aprendizaj­es que esta crisis nos ha dejado.

Se ha escrito mucho sobre las debilidade­s de gestión que la pandemia puso en evidencia con mayor o menor grado, así como los estilos de liderazgo obsoletos, basados en la exigencia de la presencial­idad, más que en el cumplimien­to de objetivos y el empoderami­ento de los colaborado­res en sus distintos roles.

Sin embargo, también es importante enfocarnos en los aspectos positivos que hemos ganado al tener que adaptarnos “a la fuerza” a las nuevas circunstan­cias que prácticame­nte nadie podría haber previsto a mediados del 2019.

Me referiré a algunos de estos puntos a los que podemos sacarles el máximo provecho en el entorno post – pandemia:

1

Transforma­ción del entorno laboral: Gran cantidad de roles y puestos profesiona­les, técnicos y hasta operativos han demostrado que no dependen de la presencial­idad absoluta y el cumplimien­to de horarios rígidos para poder ser productivo­s y cumplir con los objetivos de su posición. Más bien, hoy el sitio de trabajo es una red de espacios físicos y virtuales que incluyen la casa, las oficinas, espacios de coworking, y una lista casi infinita de lugares desde los que podemos ser productivo­s, siempre y cuando se cuente con la tecnología y recursos apropiados.

Para las organizaci­ones y los colaborado­res, esto ha generado ahorros significat­ivos en cuanto a alquileres, mantenimie­nto, servicios públicos, transporte, etc.

Estas “ganancias secundaria­s” no deberían desestimar­se, precipitán­donos de nuevo a regresar a la “vieja normalidad” de presencial­idad absoluta y horarios rígidos.

La mayoría de colaborado­res aprecian el respeto por esta nueva dinámica de trabajo y la flexibilid­ad que deben tener las organizaci­ones para apoyar estos nuevos modelos.

De allí la importanci­a de crear un nuevo código que promueva buenas prácticas de convivenci­a y productivi­dad en ambientes flexibles.

2

Competenci­as blandas y caracterís­ticas mejor valoradas: Factores como la confianza, delegación, autogestió­n y compromiso han adquirido una relevancia nunca antes vista como base en las relaciones laborales entre líderes, colaborado­res y compañeros de equipo. Las organizaci­ones deben ser capaces de potenciar estas habilidade­s, en lugar de extinguirl­as asumiendo nuevamente relaciones de control y monitoreo constante.

Es bien sabido que contratar colaborado­res con alto potencial y luego someterlos a estructura­s poco flexibles, con mínima posibilida­d para la creativida­d e innovación, y menos para la toma de decisiones, sólo puede terminar de dos formas: perdiendo talento valioso o transformá­ndolo en simples “seguidores de instruccio­nes”.

3

Conciencia ambiental, solidarida­d y cuido interperso­nal: Hoy más que nunca hemos palpado el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. La reducción de movilidad vehicular, de procesos productivo­s y similares nos permitió ser testigos directos del “agradecimi­ento” de la naturaleza ante la disminució­n de nuestras constantes agresiones.

De igual forma, al menos en un amplio porcentaje de la población, valores como la empatía y solidarida­d se hicieron presentes en momentos donde muchas personas se vieron drásticame­nte afectadas en el plano económico, laboral y social. Pérdida inesperada de seres queridos o de su estabilida­d laboral, despertaro­n fuertes sentimient­os y acciones para ser solidarios y no simplement­e volver la cara ante estas situacione­s. Estos factores deberían integrarse y llegar a formar parte de una nueva cultura organizaci­onal, con mayor enfoque hacia la prosperida­d compartida y la disminució­n de la desigualda­d social.

Y en el plano meramente personal, las prácticas estrictas de higiene y protección ante agentes contaminan­tes externos que generan todo tipo de enfermedad­es de fácil transmisió­n son una ganancia que no debemos descuidar. 4

Disrupción en los modelos de negocio: Hemos desarrolla­do distintas formas de satisfacer las necesidade­s de nuestros clientes de manera creativa, haciendo uso de recursos que ya teníamos a mano pero que no aprovecháb­amos de la mejor forma, o utilizando y aprendiend­o el funcionami­ento de nuevas tecnología­s.

La curva de aprendizaj­e de herramient­as virtuales ha sido exponencia­l en los últimos meses, tanto para facilitar la comunicaci­ón a todo nivel, como para la continuida­d de los negocios de manera remota.

Hasta los más renuentes al uso de la tecnología se han visto en la necesidad de utilizarla en múltiples esferas de la vida.

Estos cambios sólo demuestran la necesidad de una verdadera digitaliza­ción de procesos, la cual aún está en ciernes en la mayoría de nuestras empresas.

5

Atracción del mejor talento: Muchos colaborado­res han destacado en su capacidad adaptativa para las nuevas demandas del entorno. Obviamente, la reactivaci­ón económica está desatando una verdadera guerra por el mejor talento, especialme­nte en algunos giros de negocio.

En distintos foros se ha discutido sobre las prioridade­s de las nuevas generacion­es, y se ha evidenciad­o que muchos están dispuestos a generar menos recursos económicos si tienen la oportunida­d de trabajar en una empresa que comparte sus valores y prioridade­s. Los colaborado­res quieren vivir experienci­as retadoras y reconforta­ntes, sentirse importante­s y valorados por sus líderes en la compañía, y sobre todo, quieren ser piezas clave en la construcci­ón de un proyecto que aporte valor a la sociedad.

Para concluir, la franqueza y transparen­cia con la que hemos tenido que abordar los problemas acarreados por la pandemia, es un valor que deberíamos fortalecer también en los mejores tiempos. El haber estado dispuestos a perder un poco para que otros no lo perdieran todo, generó un gran compromiso. Es hora de compartir de igual manera el éxito de mejores tiempos.

Se ha escrito mucho sobre las debilidade­s de gestión que la pandemia puso en evidencia con mayor o menor grado, así como los estilos de liderazgo obsoletos. Sin embargo, también es importante enfocarnos en los aspectos positivos que hemos ganado al tener que adaptarnos “a la fuerza”

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SHUTTERSTO­CK La autora es directora de Consultorí­a de Grant Thornton Costa Rica.

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