La OCDE y la Alianza del Pacífico, dos alas para un mismo vuelo
cuando la Administración Solís Rivera decidió frenar el proceso que se iniciaba.
Según aduce el señor ministro en las declaraciones que cita el mencionado reportaje, decidieron escoger entre la AP y la OCDE y se quedaron con la segunda, “por criterios de prudencia política, de conveniencia y oportunidad…”.
Ante ello debo indicar que el ingreso a ambas organizaciones fue concebido como parte de un mismo proceso dirigido a consolidar nuestra hoja de ruta hacia un desarrollo más sólido, competitivo, solidario y responsable.
Así como la OCDE se convertiría en un sello de calidad para nuestras políticas públicas, así mismo, la AP nos adhería al más grande, serio y ambicioso proceso de integración de nuestra región. Un bloque comercial que agrupa a países cuyas economías juntas representan la octava economía del mundo, con los cuales hemos suscrito acuerdos comerciales y con los que compartimos convicciones en temas de democracia y Estado de derecho.
En un momento en que el mundo vive desafortunadas tendencias desintegradoras, la AP constituye una oportunidad hacia la que todos miran y de la que ambicionan ser parte, como lo han conseguido en la modalidad de Estados Asociados países como Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Singapur.
Confío en que el próximo gobierno no solo logre culminar con la adhesión de nuestro país a la OCDE, sino también recuperar el tiempo y las oportunidades perdidas en el proceso de adhesión a la AP. Ambas adhesiones resultan necesarias a nuestro desarrollo, del mismo modo que resultan indispensables dos alas para alcanzar el vuelo.