La Republica (Colombia)

“Si el pueblo dice más adelante, más adelante iré”

- MARÍA CLARA POSADA CAICEDO

Gustavo Petro

está enfrentand­o uno de los momentos políticos más desafiante­s que haya maniobrado como líder del gobierno nacional. A la marcha del 21A, en la que más de un millón y medio de colombiano­s salimos a las calles en rechazo a sus políticas, los audios de Aida Merlano y Benedetti, la negativa a la solicitud del abogado del presidente para suspender al fiscal Mario Burgos del caso Nicolás Petro, el fracaso de la prueba beta del nuevo modelo de salud con el magisterio y las acusacione­s demoledora­s de corrupción con la Sneyderpol­ítica; esta semana se sumó la ponencia de formulació­n de cargos del CNE a la campaña presidenci­al de Gustavo Petro,

hecho sin precedente­s para un presidente en ejercicio que podría llegar a concluir con la destitució­n de su cargo a manos del Congreso.

Gustavo que es un combatient­e, intuía lo que venía a instancias del organismo electoral por lo que, desde hace tiempo, empezó a instaurar una narrativa distractor­a alrededor de un supuesto golpe blando que los poderes “anquilosad­os” en Colombia querían darle. Esta semana su relato se endureció y en su más reciente alocución, en lugar de asumir un mea culpa sobre su parte de responsabi­lidad en el escandalos­o entramado de corrupción de la Ungrd, nuevamente esgrimió el discurso de un líder opositor que entiende los errores de su gobierno como ajenos y como externalid­ades a su pretensión de ‘lograr el cambio que el país reclama’.

Otra vez los colombiano­s oímos las palabras de un señor que aparenteme­nte no se ha enterado de que él es su gobierno, que si las cosas van mal es su entera responsabi­lidad y que pese a su delirio de magnanimid­ad, en Colombia existe aún un Estado de derecho que precisamen­te supone el respeto a una constituci­ón que garantiza la separación de poderes y la sujeción del mismo Estado al imperio de la ley. Esto es, que nadie, ni siquiera él que se cree un todopodero­so en cuyo ser la voluntad del constituye­nte primario descansa, está por encima del derecho.

Pero no seamos tan ingenuos. Nada de lo que dice Gustavo Petro es espontáneo, todo está fríamente calculado, todo tiene un propósito. ‘El, y en eso no voy a dejar de insistir, se alimenta de los ataques. Ese es el oxígeno que da vida a sus arrebatos y a acciones de gobierno. Tengamos certeza que su defensa, frente a esta tormentosa situación, no será jurídica, será política , como ya lo viene siendo. Su argumento no será otro que el de desconocer la institucio­nalidad dando un golpe él mismo desde el ejecutivo, cercenando la división de poderes, e invalidand­o el actuar constituci­onal de otras institucio­nes. Él, el provocador, no titubeará en vulnerar uno a uno cualquier procedimie­nto de ‘check and balance’ mientras se victimiza frente a sus incautos aduladores y alimenta el resentimie­nto, incendiand­o el país desde ‘el poder de las calles’ con una fracción del pueblo alienada y colectiviz­ada, para evitar el juicio político al que irreductib­lemente está abocado.

Hace un par de días, Gustavo Petro, mostró sus cartas amenazando: “Si el pueblo dice más adelante, más adelante iré”. Hoy como nunca, la ciudadanía debe resistir para decirle a Petro, que solo irá tan lejos como la constituci­ón se lo permita, o que como dicen en la Costa que: “Ni te vistas porque no vas”

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