Habitación sin baño Una ventana gris
HHugo Oquendo-Torres* Papl Salmón
abitación sin baño (Klepsidra, 2021) es el primer libro de dramas que nos presenta Mauricio Lazo Castañeda. Pero, cabe decir que estos no son los únicos compuestos por él, ya que algunos han sido publicados en diversas antologías, tales como: Antología Relata (2014, 2015), Seis formas de
matar a una y nueve obras más (2017) y en Los viajes de Tespis (2020). Desde la escuela el autor inició este peregrinar que lo llevó a asumir diversos roles, desde ser actor, director e incluso de ejercer como formador; en la adolescencia integró el grupo de Teatro Independiente de Chipre (TICH), el cual se tornó en el punto de partida para su proceso de formación; en la universidad fundó el grupo Cicuta que le mereció ser invitado al Festival Internacional de Teatro de Manizales; y desde casi una década integra el Taller Permanente de Dramaturgia de la Universidad de Caldas. Menciono esta breve reseña para destacar la trayectoria de un escritor que, con la obstinación y el placer, ha dedicado gran parte de su vida a las artes escénicas. Esto en Colombia significa asumir quijotadas. ¿Pero qué sería de la vida sin aquellas personas, que en las tardes de sol se sientan a escribir historias?
Habitación sin baño me lleva a pensar que, si para William Shakespeare el mundo es un teatro donde queda representado el páthos humano, en la propuesta de Lazo Castañeda se recrea por medio de la esfera del nolugar —paradójico en mi opinión—, porque es a la vez la posibilidad de todos los lugares. Ya que las pasiones eróticas y thanáticas en Habitación sin
baño bien pueden ser ubicadas en la Ciudad de Juárez a partir de los sucesos de las mujeres desaparecidas o en cualquier ciudad de Europa o del Norte de América, donde cientos de mujeres terminan siendo carne para el mercado.
A través de las seis composiciones se abordan temas tan complejos de la anómala condición humana. En
Tragaluz, la primera, la acción gira en torno a los duelos de las despedidas —Quizá esos abrazos postergados que han incubado las guerras—; asimismo en La oficina, pieza que recuerda un poco el teatro del absurdo de Samuel Beckett, los personajes en el interior de una agencia ponen sobre el escritorio las taras sexuales y esos relatos que solemos esconder. Mas, de los diálogos se puede desprender una premisa: al ser también lo constituyen sus contradicciones, ese ethos marcado por el signo de lo furtivo; Voz en Off nos habla sobre el tabú del incesto y el escandaloso tema de los feminicidios;
Habitación sin baño trata sobre “los amores fatídicos” o la bella y romántica forma de sublimar la violencia contra las mujeres; Fortaleza en sombras es un drama que bajo la atmósfera surreal presenta la crudeza de los crímenes extrajudiciales, pero también la cosificación de la mujer por medio del imaginario sacrificial. Y, por último, La
manía de los viajes toca el eterno dilema del sujeto escindido ante la posibilidad de ser o el abatimiento del contenerse. ¿Fluir o atarse a la roca? En mi opinión, la obra en general, si bien está habitada por símbolos y elementos que suscitan una multiplicidad de miradas —o de entradas como diría Humberto Eco—; igualmente se puede ver en clave de crítica contra la visión heteropatriarcal, con la que se han configurado las dinámicas de poder dentro de nuestras sociedades. Del mismo modo, en el tratamiento del lenguaje, los personajes manifiestan la sed del espíritu por el habla, por esa extraña forma de existir. Pues, como afirma Carlos Alberto Sánchez Quintero, “ellos y
ellas sólo quieren ser escuchados con sus verdades”
*Teólogo, poeta, cuentista y docente catedrático de la Escuela de Español y Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.