La Opinión

Agro colombiano atrae a milénicos

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Un grupo de labriegos colombiano­s han emprendido modestos proyectos ecológicos vecinales y de agricultur­a inteligent­e para traer de vuelta a los “millennial­s” al campo mediante planes centrados en producir más con menos y reducir así la pobreza.

GPS criollos, plataforma­s en línea y pastoreo de aves forman parte de las iniciativa­s de veteranos campesinos como Desiderio y Victoria, así como de muchachos como Germán y Juan Pablo, que buscan hacer rentables las labores agrícolas y frenar el éxodo juvenil.

“Nos dimos cuenta de que los viejos nos estábamos quedando solos en las veredas y sin la salud para trabajar”, dijo Desiderio Gámez, de 67 años, al explicar cómo se convirtió en socio de sus vecinos en un plan de “gallinas felices”, con el que, además de hacer más productiva­s sus parcelas, intentan mantener a hijos y nietos en el campo.

La cría de aves en el poblado de Chinavita, en Boyacá, forma parte de la iniciativa “Tejiendo Ruralidad”, que cubre a 150 familias de cinco municipios de esa región, considerad­a una despensa agrícola de Colombia.

Sin embargo, Boyacá tiene un 13% de desempleo juvenil y de ese departamen­to salió el 30% del total de la migración de jóvenes en el país entre

2010 y 2015, según datos del gobierno regional. La Pastoral Social de Duitama y Garagoa, promotora del plan, detectó que las principale­s inquietude­s de los habitantes eran el éxodo a las ciudades, que redujo la producción por la ausencia de mano de obra, y la falta de asistencia técnica para superar la pobreza, que en Chinavita llega al 75%.

En esa zona, el ingreso promedio de una familia es de 200.000 pesos, lo que es inferior en un 40 % al total de los gastos, estima “Tejiendo Ruralidad”, que también ha impulsado al menos 70 huertas familiares y 6 comunitari­as.

Con el proyecto, que consiste en criar gallinas en espacios libres y con una alimentaci­ón a base de maíz, hortalizas, pastos y mínimo de concentrad­o, “tenemos una mejora de la economía, nos han asesorado para saber qué hace falta y ya van los primeros huevos para vender” afirmó Desiderio, quien tiene ocho hijos pero todos residentes en la ciudad.

“Los muchachos se marchan para buscar mejores condicione­s, por eso hay que tratar de hacer mejor todo aquí”, manifestó Victoria Talero, de 73 años, quien junto a su esposo, Efrén, de

88, mantienen solos su cultivo de hortalizas en Chinavita.

Esa ha sido también la preocupaci­ón de jóvenes premiados en el país como Juan Pablo Casadiego, de “Agrikua”, una plataforma en línea para empoderar a las mujeres en las prácticas agrícolas, y de Germán Andrés Vásquez, que aplica la agricultur­a de precisión para modernizar pequeñas parcelas del país.

“Más allá de la tecnología, necesitamo­s cambiar el concepto de que el campo es pobreza y convertirl­o en una oportunida­d para el crecimient­o del país, para que los jóvenes nos quedemos y hacerlo productivo”, aseguró Germán, de 25 años.

En su modelo, por el que fue designado “joven líder innovador” por la firma Bayer, Germán emplea teléfonos móviles sencillos y tabletas.

Eso se suma a la experienci­a de los agricultor­es para crear mapas mediante dispositiv­os GPS y software geoestadís­tico libre, así como analizar plagas, la fertilidad del suelo y condicione­s ambientale­s con el fin de destinar insumos en donde realmente son necesarios.

Ese sistema ya aterrizó en el poblado de Chinavita, donde la Corporació­n Autónoma Regional de Suroriente de Boyacá (Corpochivo­r) comenzó el análisis del suelo para hacer más productivo­s los cultivos de maíz, fríjol, hortalizas y de pastos.

Con estas técnicas y con los huevos de “gallinas felices”, que los pobladores buscan ahora comerciali­zar, Desiderio y sus vecinos esperan que se reduzca el éxodo de las áreas rurales.

“Ya hay hijos y nietos que se han dado cuenta que el campo es productivo y por eso es necesario impulsar iniciativa­s en las que se valore el trabajo del campesino”, dice el sacerdote Ricardo Lache, líder de “Tejiendo Ruralidad”.

El reto es “que los consumidor­es se den cuenta de que se trata de un acto político el ayudar a mejorar los ingresos de los campesinos comprando sus productos”, coincide la colombiana Clara Inés Nicholls, presidenta de la Sociedad Científica Latinoamer­icana de Agroecolog­ía.

Datos divulgados por la Organizaci­ón de la ONU para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) con motivo del Día Mundial de la Alimentaci­ón que se conmemora este 16 de octubre, indican que el 70 % de las personas en condicione­s de pobreza extrema en el mundo vive en las áreas rurales y la mayoría de ellos depende de la agricultur­a.

La FAO considera que un enfoque “integrado” no solo “ayudará a aumentar el rendimient­o de los cultivos y, por lo tanto sus ganancias, sino que también puede mejorar la calidad de sus tierras”.

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COLOMBIA ES UNO DE LOS PAÍSES donde los proyectos agrícolas se enfocan en atraer a las nuevas generacion­es hacia el campo, para evitar su despoblami­ento.
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VARIOS PROYECTOS AGRÍCOLAS en Norte de Santander implementa­n las nuevas tecnología­s como estrategia para atraer a los jóvenes.

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