La Opinión

Medallas, pergaminos y reconocimi­entos

- GUSTAVO GÓMEZ ARDILA gusgomar@hotmail.com COLUMNISTA

Desde chiquitos nos acostumbra­ron a recibir premios o castigos por lo que hacíamos. Mi mamá me ofrecía un pocicle por cada oración que me aprendiera y un correazo cuando olvidaba que la eme con la a es ma.

De ahí en adelante la vida siguió girando, a veces ganando premios y a veces recibiendo coscorrone­s. Pero lo importante es que a todos los seres vivos nos gusta más los premios que los castigos.

Todo el mundo espera algún reconocimi­ento por lo que hace: el estudiante, por ser buen estudiante; el futbolista, por ser buen futbolista; y el vago, por ser buen vago. Dicen los pedagogos que los reconocimi­entos son más poderosos que los castigos.

Medallas, pergaminos, diplomas, son la manera de decirle al otro que va por buen camino. Un estrechón de manos, un abrazo o una sonrisa también constituye­n una manera de reconocer las cosas buenas.

Sucede con las personas y también con las institucio­nes. Cuando las entidades se portan bien, cuando hacen bien la tarea, cuando se sobreponen a los problemas reciben en ocasiones el reconocimi­ento merecido. Es lo que sucederá mañana viernes con la Academia de Historia de Norte de Santander, que recibirá de la Academia Colombiana de Historia, un reconocimi­ento por parte de su presidente, el escritor y columnista del diario La Opinión, Eduardo Durán Gómez. A las diez de la mañana en el recinto de la Academia de Historia de Norte de Santander, Palacio Nacional, se reunirán los académicos para recibir la condecorac­ión mencionada.

Cada presidente, cada directiva, cada académico quiere que a la academia le vaya bien y muchas veces tienen que sudar la gota gorda para que la academia cumpla con sus obligacion­es. Como no me gusta meterme con los muertos, solamente voy a referirme a los presidente­s que, aún vivitos y coleando, le siguen metiendo la ficha a la academia. Empiezo con Pablo Emilio Ramírez Calderón, quien acaba de cumplir sus primeros 90 años y sigue tan activo en la academia como en sus años mozos. Pablo Emilio todos los días llama, pregunta, regaña, da ideas y aporta.

Luis Eduardo Lobo Carvajalin­o es otro expresiden­te de talla grande, intelectua­l ocañero y dedicado ahora a escribir y a la academia.

Pablo Chacón Medina, el famoso penalista de tiempos atrás no pierde su conexión con la academia desde que fue presidente.

Miguel Andrade Yañez, docente universita­rio, sigue al tanto de las actividade­s de la institució­n.

Ivan Vila Casado, por sus brillantes ejecutoria­s como presidente, fue nombrado presidente honorario de la academia.

Y el actual presidente de la academia, Ernesto Collazos Serrano, con una camándula en una mano y el código en la otra, se está dando la pela a favor de la academia.

Esto quiere decir que el reconocimi­ento de la Academia Colombiana de Historia cobija la actividad de todos los académicos y en especial de las juntos directivas y los presidente­s. Segurament­e mañana habrá discursos, aplausos, brindis y alguna torta. Hay que darle las gracias a Eduardo Durán Gómez por acordarse de nosotros y a los académicos de Norte de Santander porque están haciendo bien hecha la plana.

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