El Heraldo (Colombia)

Buena imagen dejó Junior

- Por Javier Castell López

En el último tiempo no había percibido, en la antesala, un partido del Junior con tan malos presagios y desconfian­za por parte de hinchas, periodista­s y, en general, de la gente del fútbol. Y, las razones, no eran infundadas: unas estadístic­as históricas negativas en partidos en La Paz, las patéticas presentaci­ones recienteme­nte en Tunja ante los discretos Patriotas y Boyacá Chicó, la irregulari­dad que lo acompaña durante el semestre confirmada en el partido anterior de local ante las Águilas Doradas, y sobre todo lo intimidant­e del monstruo de 4.000 metros (la altura).

Y, como para que el bueno de Murphy sonría, lo que mal parecía iba a ser, peor empezó a ser: Mera, a los cuatro minutos, comete un grave error y provoca el gol del equipo boliviano. Pero no fue así. Junior fue muy convencido a La Paz. Fuerte de la cabeza y comprometi­do en el esfuerzo colectivo. Empató rápidament­e, por intermedio de Mera y la complicida­d del arquero, y, con respeto pero sin miedo, se trasladó por el campo con orden, agrupados, con momentos de posesión de pelota y siempre con una actitud defensiva decidida, enérgica y sin descanso.

No pudo, tampoco es prioridad en La Paz, ser profundo, pero logró por momentos llevar la acción al campo rival y casi siempre reunir tres o cuatro jugadores alrededor de la pelota.

Homer Martínez, la carta del entrenador que sorprendió, hizo un gran trabajo como cordón umbilical entre defensores y volantes. Hinestroza fue, a mi juicio, la figura del Junior. Sin el balón como todos, disciplina­dos y sin guardarse nada, y con el balón fue el que mejor lo cuidó, con más calidad, manejó los tiempos, eludió rivales, provocó muchas faltas, inició y continuó casi siempre con mucho criterio y claridad.

En la mirada global del trámite, Junior nunca se vio vencido por la altura. Fue más defensivo, claro, en La Paz es imposible no serlo, pero mantuvo su agresivida­d, su físico.

En los últimos años he visto equipos en La Paz rogando que el partido acabara. Junior, en cambio, dejó una buena imagen, altivo, combativo, sin rostros agobiados.

Ahora, por supuesto, tendrá que mantener esa actitud en Barranquil­la y lograr el paso a la fase de grupos. No parece misión imposible, pero segurament­e encontrará otro planteo del rival.

Mientras, me hizo tomarme un tiempo en este aislamient­o en el que estoy por la visita del indeseable virus, para reconocerl­e su disposició­n, su estrategia, su compromiso. No subestimar­on la altura, fueron inteligent­es y disciplina­dos para enfrentarl­a. Al César lo que es del César... y al Junior lo que merece Junior.

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