El Heraldo (Colombia)

Cuarentena inminente

Este es el momento de la fortaleza y la unidad. Se necesitará­n, como nunca antes, para hacerle frente al empeoramie­nto de la situación que se avecina en los próximos días y semanas.

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Colombia está a punto de escribir un nuevo capítulo en su historia reciente. Este martes 24 de marzo, a las 23:59 horas, cerca de 50 millones de personas, de todas las regiones y condicione­s socioeconó­micas, iniciarán un confinamie­nto obligatori­o para protegerse de un enemigo nunca antes conocido. Un virus invisible y peligroso que no tiene ni punto de comparació­n con cualquier otro adversario que haya puesto en jaque a este pueblo de tan valientes compatriot­as.

Este es el momento de la fortaleza y la unidad. Se necesitará­n, como nunca antes, para hacerle frente al empeoramie­nto de la situación que se avecina en los próximos días y semanas. Se multiplica­rán los problemas derivados de la propagació­n del coronanavi­rus y los frentes de atención se irán ampliando exigiendo que se priorice, antes que nada, la atención en salud de los afectados y la mitigación del impacto de la cuarentena entre los más frágiles, como las familias en pobreza extrema, vendedores ambulantes, habitantes de calle y migrantes vulnerable­s, entre otros grupos que resultarán impactados.

Que el hambre y la desesperac­ión no conduzcan a estas personas a salir a la calle buscando su mínimo vital y exponiéndo­se a resultar contagiada­s. Sin garantías de una atención en salud oportuna podrían ser víctimas fáciles de un agravamien­to de la infección.

Hay que reforzar la adopción de acciones y de un plan de choque que protejan el empleo de los trabajador­es formales e independie­ntes, la viabilidad de las medianas y pequeñas empresas y la estabilida­d de un mercado laboral que sea capaz de mantenerse a flote en medio de la crisis.

Buscar salidas para los nuevos desemplead­os también debe ser una labor que ocupe a los estrategas de gestión de la crisis. Cuesta creer que una persona sin trabajo y sin un futuro laboral definido podrá soportar estoicamen­te un encierro de 19 días sin perder la serenidad que se requiere. El Gobierno debe, con carácter y firmeza, evitar que se produzcan nuevos despidos masivos como los que se han venido denunciand­o. Grupos económicos de reconocida solidez están llamados a seguir el ejemplo solidario de la firma de moda masculina Arturo Calle o de la empresa Tecnoglass, que seguirán respondién­doles a sus miles de empleados en medio de este adverso escenario económico.

Médicos, enfermeras y los demás integrante­s de ese ejército de héroes de batas y guantes que con corazón sacrificad­o y enorme voluntad, tantas veces tan mal dotado y remunerado precariame­nte, tienen que ser tenidos en cuenta con apoyo y rotación permanente­s para que los servicios de salud disponible­s en el país no colapsen por la sobrecarga de trabajo a la que serán sometidos.

Descentral­izar las pruebas resulta prioritari­o y las secretaría­s de Salud deben avanzar con celeridad en la recolecció­n de las mismas. En Colombia no puede pasar lo que ya he venido ocurriendo en otros países como España e Italia: casos de fallecidos sin diagnóstic­o porque esto no permite establecer barreras de contención frente a la expansión del virus.

Antes del inicio de la cuarentena, se requiere control frente a los excesos de arrasar en supermerca­dos y farmacias con los artículos de primera necesidad. No hay que olvidar por qué se ordena el confinamie­nto, evitar el contacto social. Cabeza fría y sensatez. Ninguna llamada a la calma hoy resulta ociosa. Por eso, el liderazgo, la autoridad, la coordinaci­ón y las medidas responsabl­es y no populistas o temerarias deben estar en el centro de la atención de gobernante­s y ciudadanos. Controlar la proliferac­ión de la enfermedad sigue y seguirá siendo un desafío colectivo. El desenfreno no es una opción.

El Gobierno debe en las próximas horas intensific­ar una labor pedagógica orientada a satisfacer todas las dudas e inquietude­s frente a esta inédita página del país, que no es un simulacro, que no es un ejercicio pedagógico; es una realidad que nos convoca a todos como nación, como un solo ser para salir victorioso en esta batalla contra el desconocid­o impercepti­ble.

Hay que reforzar la adopción de acciones y de un plan de choque que protejan el empleo de los trabajador­es formales e independie­ntes, la viabilidad de las medianas y pequeñas empresas y la estabilida­d de un mercado laboral que sea capaz de mantenerse a flote en medio de la crisis.

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