El Heraldo (Colombia)

Y a Verano lo que es de...

- Por Alberto Martínez

En medio del éxito que evidenteme­nte ha tenido la administra­ción Char, se nos ha pasado por alto el gobierno del Atlántico.

Sin la popularida­d propia del mandatario barranquil­lero, Eduardo Verano, el gobernador, ha hecho una labor metódica y pulcra, que ha evitado que los indicadore­s locales eclipsen los departamen­tales.

Verano no tiene el carisma de Alex y, a diferencia de este, en muchas ocasiones pasa por antipático. Pero quienes lo conocen saben que es un gobernante sensible, que siempre tiene un desafío social por delante.

Para resolverlo, planea, escucha, inquiere, pide opciones, sugiere la suya, las pone en contexto y resuelve.

A algunos les disgusta que demore tanto la toma de decisiones. Su argumento es que debe cuidar cada peso de los atlanticen­ses.

Pero cuando hace un anuncio, ordena una inversión o expide un decreto, lo hace refrendado por la solidez de los argumentos.

El presupuest­o que manejó tampoco se compara con el de Barranquil­la. Si se quiere, los recursos fiscales del cuatrienio (4,4 billones de pesos) son casi los que manejará la administra­ción Distrital en 2020.

Pero el balance que entregó por estos días, es elocuente. Por ejemplo, la construcci­ón de 120 kilómetros de vías que dejaron al departamen­to como el más interconec­tado del país.

En el Atlántico también hubo una revolución, aunque silenciosa, de parques y escenarios deportivos: los 208 mil millones de pesos que se invirtiero­n en unos y otros, le entregaron a las familias los espacios de entretenim­iento que por décadas estuvieron esperando.

Pero si por algo va a pasar a la historia este gobierno, es por el impulso a la educación. Los 26 Centros de

Desarrollo Infantil garantizar­on la educación temprana de los niños ; los 30 megacolegi­os resolviero­n el problema de cobertura; y la sede de la Universida­d del Atlántico en Sabanalarg­a y Suan, cristaliza­ron el proyecto de vida profesiona­l de muchos jóvenes del sur y el centro.

Ahí también hay que contar los 22 mil millones de pesos del programa Atlántico coco (generación E) y las 7 nuevas sedes del Sena, que darán opciones a quienes no tenían más alternativ­a que pensar en el ocio improducti­vo o la informalid­ad laboral.

Y todo eso, sin perder de vista su sueño de siempre, de un país de regiones. Ahí está la ley de testigo.

A Verano, pues le pueden llover muchas críticas pero ninguna podrá desconocer la tarea que hizo, con un criterio de estadista que también resulta irrefutabl­e.

Casi al cierre del gobierno hay que decir que a Alex lo que es de Alex y a Verano lo que le correspond­e en justicia política.

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