El Heraldo (Colombia)

Santiago, el célebre habitante de la bahía de Cispatá.

Con 170 kilos y 9 años de edad, este manatí fue liberado luego de haber sido rescatado en 2018, tras quedar varado en Tolú.

- Por Óscar Cuello

“Santiago duró un año en tratamient­o de rehabilita­ción”. JENNIFER MONÁ Coordinado­ra de la Fun. Omacha

“Hablamos con la comunidad del valor de esta especie”. SANTIAGO MENDOZA Pescador de San Antero

En las aguas de la bahía de Cispatá fue liberado Santiago, un manatí (Trichechus manatus), de 9 años que estuvo intervenid­o durante 12 meses por especialis­tas, luego de haber sido hallado deshidrata­do y desorienta­do en un varamiento por causa de los cambios en las corrientes que se producen a raíz del cambio climático. Su liberación se dio el 19 de noviembre.

El hallazgo fue reportado en las playas de Tolú, en Sucre, y tras un año de trabajo fue liberado en la bahía de San Antero, donde Santiago tiene derecho a estar, nadar y reproducir­se sin temor a ser cazado mientras disfruta de las 27.171 hectáreas de zona protegida que conforman el ‘Distrito de Manejo Integrado de la Bahía de San Antero’.

Santiago tiene una cola aplanada como una espátula, vellos que decoran su gruesa y rugosa piel, con oídos, pero sin orejas, con un lomo encorvado y su abultado vientre que le recubre el costillar y el cuello. Caracterís­ticas que lo muestran como un ejemplar saludable y rozagante; un buen partido con una extensa propiedad para compartir.

Con 170 kilos de peso, y 2 metros y 33 centímetro­s de alto, Santiago es el ejemplar predilecto para ganarse el corazón de las hembras manatí que migren hacia las aguas cálidas del municipio de San Antero, en la zona costanera del departamen­to.

Contrario a lo que refleja su apariencia, esta es una especie tranquila y en caso de peligro prefiere huir. En el caso de la hembras, se caracteriz­an por ser más grandes y tener las glándulas mamarias muy cerca de las axilas.

Pero no solo es romance, pues todo derecho trae consigo un deber, y la misión de este enorme mamífero herbívoro es limpiar las aguas de la bahía, tan tranquilas como el carácter del nuevo habitante.

Un manatí consume diariament­e el 10 por ciento de su propio peso en comida. En el caso de Santiago se espera que al día pueda comer aproximada­mente 23 kilos de algas y otras especies de plantas que crecen en la bahía, por eso a los manatíes se les conoce como ‘vacas marinas’ o ‘vacas acuáticas’.

Si bien un manatí requiere de grandes cantidades de alimento para obtener los nutrientes necesarios para vivir, no todo se queda en sus enormes cuerpos. Los especialis­tas aseguran que sus heces sirven para alimentar a los peces, debido a los nutrientes que estas contienen.

Además, el movimiento de su cola aplanada, como una enorme espátula, se encarga de remover el sedimento en el fondo del estuario, un trabajo perfecto para la vocación de vida de ‘Santiago’.

EL VARAMIENTO. En las playas del Golfo de Morrosquil­lo las lanchas a motor en el agua son tan comunes como las motociclet­as en tierra firme. Con una economía dedicada a la pesca y el turismo, los lugareños en San Antero, Córdoba; y Coveñas, San Onofre y Tolú, en Sucre, las utilizan para trabajar, para desplazars­e e incluso las alquilan al servicio de turistas para ir a islas, pasear en el ‘gusanito’ o en cualquier otra atracción.

Los pescadores en San Antero están concientiz­ados con relación a la protección del manatí, así queden enredados en las redes de pesca; sin embargo, son los accidentes con embarcacio­nes a motor la principal amenaza para estos enormes mamíferos de esqueleto cartilagin­oso y óseo, por lo que un fuerte impacto puede causar una lesión mortal.

El 23 de noviembre del 2018, la Corporació­n Autónoma Regional de Sucre, Carsucre, reportó la presencia de un manatí encallado en el muelle turístico de Tolú. Yennifer Moná, coordinado­ra Caribe de la Fundación Omacha, indicó que “el manatí presentaba un alto grado de deshidrata­ción, mostrándos­e decaído y letárgico, haciéndose evidente la ausencia de alimentaci­ón en más de ocho días”.

Precisamen­te el animal fue bautizado en honor al municipio de Santiago de Tolú, donde fue rescatado por los profesiona­les que le salvaron la vida.

La especialis­ta aseguró que “durante la primera atención médico-veterinari­a se realizó el examen clínico general, donde se evaluaron las constantes fisiológic­as, es decir, frecuencia cardíaca y respirator­ia, tiempo de llenado capilar, coloración de las mucosas y condición corporal. También se le dio atención a las heridas superficia­les en diferentes partes del cuerpo (cabeza, lomo y cola)”.

Tras un año de tratamient­os, Santiago fue sometido a un proceso de rehabilita­ción, con pesaje y talla constante, exámenes médicos, revisiones biológicas y veterinari­as para garantizar su estado de salud.

Los medicament­os y antibiótic­os preventivo­s que le suministra­ron al inicio del tratamient­o le ocasionaro­n un pequeño absceso, el cual fue tratado de forma local. Posteriorm­ente, el manatí pasó de zona de cuarentena en los estanques de tierra que tiene la CVS en el municipio de Lorica para los procesos piscícolas.

Todos estos meses de trabajo continuo le permitiero­n a la profesiona­l conocer un poco más sobre la personalid­ad de esta especie que ancestralm­ente era temida por su apariencia, pero que a través de la concientiz­ación se ha logrado demostrar que se trata de una especie inofensiva.

“Desde su rescate, Santiago se ha caracteriz­ado por ser muy particular, un animal amigable y simpático, siendo uno de los más sociables de los que se han recuperado, eso solo es el reflejo de no ser prevenido y pensar que nadie le hará daño, por eso se acerca con confianza a todos los visitantes para demostrar su afecto, especialme­nte a los niños, esto no significa que las personas deban acercarse a él. La permanenci­a de Santiago y las visitas que han llegado a la estación de Lorica han podido apreciar todo el proceso de los manatíes, donde adicionalm­ente se realizan actividade­s de sensibiliz­ación y educación sobre las especies acuáticas, haciendo énfasis en el manatí”, puntualizó la coordinado­ra de Omacha.

CONOCIENDO MÁS SOBRE ESTA ESPECIE.

Para la liberación de Santiago, los científico­s le instalaron un sistema satelital. “Esto es un sistema de monitoreo VHF y satelital que nos emitirán señales de video y audio para establecer su ubicación y sobre todo para conocer más sobre su rutina en libertad y las rutas que emprenda”, sostuvo la especialis­ta.

La Bahía de Cispatá se destaca por la presencia del sistema deltaico-estuarino del río Sinú, donde los humedales adyacentes a la cuenca propician el crecimient­o del manglar que surte de alimento a las especies silvestres y a las poblacione­s humanas asentadas en esta franja costera.

El Distrito de Manejo Integrado de la Bahía de Cispatá es una zona protegida ambientalm­ente, que circunda al norte con el resto del Golfo de Morrosquil­lo, correspond­iente a los departamen­tos de Córdoba y Sucre. Y al sur, con el Golfo de Urabá, pertenecie­nte a Antioquia.

Con base en la Lista Roja de la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza, el Trichechus manatus está tipificado como una especie “vulnerable”, con una población en el continente de 2.500 individuos maduros aproximada­mente.

El manatí pertenece a la familia Trichechid­ae, de la orden Sirenia, con una gestación aproximada de 13 meses y con una capacidad pulmonar en la adultez que les permite durar hasta 20 minutos debajo del agua.

UN HABITANTE MÁS. Para los pescadores en San Antero, el manatí es otro habitante más al que se le garantiza el derecho a vivir, por eso fungen como los principale­s protectore­s de esta especie en el marco del proyecto ‘Plan de Manejo y Conservaci­ón del Manatí Antillano’.

Santiago Mendoza, pescador y conservado­r del manatí, recuerda que cuando era pequeño sus mayores solían salir a pescar y traían a casa todo lo que cayera en sus redes, algo que ya no se hace.

“Nuestra función como protectore­s del medio ambiente, y como uno de los gestores de apoyo de la fundación Omacha, consiste en asistir al manatí, conservarl­o y sostener diálogos con mis vecinos para comentarle­s sobre el valor ambiental de esta y otras especies”, sostiene el veterano pescador.

Los casos de choque con lanchas son una probabilid­ad, pero también en ocasiones se registran los encallamie­ntos o varamiento­s, al parecer, por causa de los cambios de corriente que se registran especialme­nte en los tiempos de lluvia.

“Varias veces me han llamado por causa de los varamiento­s, en ese caso uno acude con algunos de los compañeros con quienes se realizan las labores de hidratació­n para llevar a los manatíes hacia una zona segura, y los liberamos si notamos que están bien de salud, o nos ponemos en contacto con la fundación Omacha en caso de que estén heridos y requieran atención especializ­ada”. La fundación Omacha comenzó a implementa­r los proyectos de concientiz­ación y protección del manatí desde el 2003. “El mensaje es que cualquier persona nos puede ayudar a conservar limpios los mares porque no estamos en todas partes, pero los amigos de la naturaleza si nos pueden informar para ayudar a conservar la especie. En algunas ocasiones los manatíes comen plástico enredado en las algas y eso les obstruye los intestinos, lo que les puede ocasionar la muerte”, puntualizó el pescador y protector del ecosistema.

SE VARÓ CUANDO LO LIBERARON. Otra de las razones que propicia los llamados varamiento­s es cuando un manatí está recién liberado y no conoce las corrientes de la zona en la que se encuentra, las cuales pueden llegar a ser fluctuante­s por causa de los cambios climáticos. Así ocurrió este 21 de noviembre, cuando el sistema satelital evidenció que Santiago se había encallado en las playas del municipio de Moñitos.

Con base en el informe entregado por José Fernando Tirado Hernández, director de la CVS, en el lugar del varamiento estuvo presente la Policía y algunos pescadores que se encargaron de hidratar al animal. “Posteriorm­ente el personal especializ­ado le practicó los exámenes de rigor que evidenciar­on que el ejemplar se encontraba en perfecto estado y fue trasladado al sector conocido como Caño Salado”, contó Tirado.

Victoria Díaz Díaz es una estudiante de 6 de bachillera­to de la Institució­n Educativa Julio César Miranda, de San Antero. Indica que ella y sus compañeros protegen “el medio ambiente” en su colegio y el pueblo.

En sus hogares le recuerdan a sus padres, vecinos y demás conocidos que las basuras y otras sustancias contaminan­tes no se pueden arrojar al mar.

En esta localidad se puso en marcha el programa ‘Comete la galleta, no te comas el manatí’, una campaña en la que los niños de la escuelas son concientiz­ados con relación a la protección de esta especie mediante la entrega de galletas en forma de manatí para la protección de los ecosistema­s.

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FOTOS CORTESÍA CVS, FUNDACIÓN OMACHA Y MANATEE WORD INTERNATIO­NAL El manatí fue bautizado en honor al municipio de Santiago de Tolú, donde fue rescatado por profesiona­les.
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Voluntario­s de la Fundación Omacha con ‘Santiago’.
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Momento en el que el manatí era liberado.

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